El nombre
En algunas tribus indias se acostumbraba dar a los niños recién nacidos un nombre provisorio, el cual cambiará con el paso del tiempo. Por ejemplo: «Hijo de águila» o «Nube rosada». Mientras crecían los niños, iban mostrando cuál era su habilidad; y entonces, de acuerdo con ella, recibían el nombre para toda la vida. Si una niña sabía tejer bien, podía ser llamada «Dedos de araña»; si era cariñosa, «Rayo de sol». Si un muchacho era valiente para cazar, se le llamaba tal vez «Águila voladora» o «Lobo feroz».
Tus padres te dieron un nombre, el cual no va a cambiar. Dios también te dio uno. Desde que naciste te llamó «Pecador», porque todos los seres humanos somos pecadores. Mas, Dios no quiere que sigas llevando ese horrible nombre; por eso, si crees que Jesús dio su vida para lavarte de tus pecados, Dios no te llamará más «Pecador», sino que te dará un nombre nuevo para toda tu vida. Puede llamarte «Hijo mío». También, si te dejas guiar por Jesús, el buen Pastor, te llamará «Mi cordero».
¿Y cómo te llamarían los hombres? ¿«Ayudador» o «Haragán»? ¿«Alegre sonrisa» o «Gruñón»?
¿Cómo saber qué nombre te gustaría más? No elijas el preferido por ti, sino el que agrade al Señor.
Llamarás su nombre JESÚS (Salvador) porque él salvará a su pueblo de sus pecados
(Mateo 1:21).
Llamarás su nombre EMANUEL, que traducido es: Dios con nosotros
(Mateo 1:23).
Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos
(Hechos de los apóstoles 4:12).