La picadura de la abeja
¿Sabías que la abeja, después de picar, muere porque su aguijón queda prendido donde ha picado?
Pues bien; un niño jugaba alegremente en el umbral de la puerta de su casa. De repente, una abeja se le acercó y empezó a volar a su alrededor con la intención de picarle. El pequeño, al espantarla, hacía que la abeja se enojara cada vez más. Al final, corrió y se echó en los brazos de su madre. Esta lo protegió cubriéndole con su cuerpo. Entonces, la abeja furiosa, la picó en un brazo. La madre contuvo un grito de dolor y, al ver cómo la abeja caía casi muerta, soltó al niño, diciéndole: –La abeja me picó. Ya no puede hacerte daño.
El diablo es tu enemigo y te persigue para hacerte mal. Solo podrás librarte de él si te refugias en los brazos del Señor Jesús. Él fue herido en tu lugar; el diablo no puede hacerte daño si estás protegido por Jesús. Confía en él.
El eterno Dios es tu refugio, y acá abajo los brazos eternos
(Deuteronomio 33:27).