Judá y Tamar
El triunfo de la gracia de Dios sobre el pecado
Este capítulo nos presenta una de las notorias circunstancias en las cuales la gracia de Dios triunfa gloriosamente sobre el pecado del hombre. “Porque manifiesto es que nuestro Señor vino de la tribu de Judá” (Hebreos 7:14). ¿Cómo fue eso? “Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara” (Mateo 1:3). Este hecho merece toda nuestra atención. Dios, en su gracia infinita, se eleva sobre el pecado y la locura del hombre para llevar a cabo los designios de su amor y su misericordia. Asimismo, un poco más adelante en el mismo evangelio según Mateo, leemos: “Y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías” (v. 6). Obrar así es digno de Dios. El Espíritu de Dios nos hace seguir la genealogía de Cristo según la carne, y coloca en esta cadena los nombres de personas como Tamar y Betsabé. Evidentemente, no hay en ello nada del hombre. Aquel al que llegamos al fin de este capítulo de Mateo es ciertamente Dios manifestado en carne, revelado como tal por la pluma del Espíritu Santo. Jamás inventará hombre alguno tal genealogía. De un extremo al otro es obra divina, y ningún hombre espiritual la puede leer sin encontrar en su contenido la manifestación de la gracia primero, y luego la inspiración divina del evangelio de Mateo, en el cual se encuentra dicha genealogía de Cristo según la carne (véase 2 Samuel 11; Génesis 38; Mateo 1).