El ambiente en la casa de Elcana
1 Samuel 1:1-11
Abordamos ahora los libros de Samuel. La época de los jueces todavía no ha terminado y veremos aún a dos más, Elí y Samuel, antes de comenzar el período de los reyes. Como lo hizo con Sansón, Dios nos presenta la familia en la cual va a nacer Samuel. Elcana, levita, habitaba en el monte de Efraín (1 Crónicas 6:33-38).
Una oración respondida – Nacimiento de Samuel
1 Samuel 1:12-28
Dios no contesta las oraciones que tienen como objeto nuestra propia satisfacción (Santiago 4:3). Por el contrario, cuando nuestro blanco es su gloria, nunca dejará de concedernos lo que pedimos (Juan 14:13). Es el caso de Ana. Pidió un hijo, no para guardarlo egoístamente junto a ella, sino para que fuese un siervo de Dios
Oración profética y alabanza de Ana
1 Samuel 2:1-11
Según Filipenses 4:6, pasaje citado en la página anterior, la acción de gracias es el indispensable complemento de nuestras oraciones. Ana no deja de agradecer a Aquel que le concedió su pedido. Nosotros tampoco olvidemos hacerlo cada vez que Dios nos conteste. Ana va más lejos todavía. Para ella, es la ocasión de alabar a Jehová con un hermoso cántico.
¡Qué contraste!
1 Samuel 2:12-26
Como lo había prometido, Ana se separó de su pequeño hijo quien, desde ahora, habita con Elí en Silo, en la presencia de Jehová. Notemos el contraste entre este niño que sirve y los hijos de Elí, ya adultos, cuya mala conducta era un escándalo para el sacerdocio.
Consecuencias de una mala educación
1 Samuel 2:27-36
Para el pueblo, la mala conducta de los hijos de Elí era un escándalo. Y, sobre todo ante Dios, ¡qué deshonra para su nombre! Ofni y Finees (aunque este último lleva el mismo nombre que un fiel sacerdote: Números 25:11) habían sido educados en la proximidad del santuario, en contacto con las verdades divinas. ¡Grande es su responsabilidad con relación al resto del pueblo!
Llamamiento de Samuel como profeta
1 Samuel 3:1-21
Desde su niñez, Samuel pertenecía a Jehová y le servía. Pero, le faltaba el conocimiento personal del Señor y la comunicación de su palabra (v. 7). Se puede poseer la salvación, gozar de ella y, sin embargo, no tener una relación personal con el Salvador. Fue el caso de Job:
Derrotas sucesivas: ¿por qué no ayuda el Señor?
1 Samuel 4:1-11
El pueblo, en su triste estado, va a necesitar una nueva disciplina de parte de Jehová. Los filisteos serán los instrumentos de Dios para enseñarles duras lecciones. Israel sube contra ellos, sin consultar a Jehová. ¿Qué habría contestado Dios si se le hubiese interrogado? «¡No subáis! No puedo daros la victoria a causa de vuestros pecados. Empezad por humillaros».
Reacciones ante el anuncio de la toma del arca de Dios
1 Samuel 4:12-22
Los cálculos fueron erróneos. La presencia del arca en medio del pueblo calamitoso no impide el desastre. El arca es tomada (véase Salmo 78:60-61). ¡Qué vergüenza para un regimiento cuando el enemigo captura su bandera!, y aun más para Israel, ya que se trata del propio trono de su Dios!
"A otro no daré mi gloria"
1 Samuel 5:1-12
Jehová permitió que el arca cayera en manos de los filisteos. Sin embargo, es necesario que ellos sepan que si Israel fue derrotado, no fue a causa de la superioridad del dios filisteo, sino porque él, Jehová, así lo decidió. Entonces Dios muestra a los enemigos de su pueblo que ellos tienen consigo “el arca de su poder” (Salmo 132:8).
Regreso del arca – ¿Aceptar o rechazar al Señor?
1 Samuel 6:1-13
En lugar de rechazar a su impotente ídolo para, de ahí en adelante, temer y servir a Jehová, los filisteos tienen solo un pensamiento: deshacerse lo más pronto posible de un Dios tan temible. Esto nos recuerda una escena del evangelio de Marcos: el poder del Señor acaba de librar a Legión, el endemoniado, en el país de los gadarenos.
Recibir al Señor en su vida – Respeto a su Persona
1 Samuel 6:14-21 – 1 Samuel 7:1
Los habitantes de Bet-semes tienen el honor de recibir el arca. Sin embargo, se permiten levantar el propiciatorio (la tapa) y Dios los castiga severamente (comp. Números 4:20). Es una advertencia para nosotros, en cuanto al santo respeto debido a la persona de Jesús. Dios no tolera ninguna curiosidad profana respecto a él.
Retorno a Dios por medio de un verdadero arrepentimiento
1 Samuel 7:2-17
“Pasaron muchos días, veinte años” (v. 2). ¿Para quién es largo este tiempo? ¡No para el pueblo que no parece sufrir por ello! ¡Ni para Abinadab y los suyos, sin duda felices por la presencia del arca en su casa! Pero Dios, esperando, contó esos veinte largos años.
Israel exige un rey
1 Samuel 8:1-22
Los hijos de Samuel, como los de Elí, no anduvieron en los caminos de su padre. Todos los hijos de padres creyentes deben considerar esto muy seriamente. Para gozar del favor de Dios no basta, como lo pensaban los judíos, tener a un Abraham por padre (Mateo 3:9).
Una búsqueda inútil
1 Samuel 9:1-14
Aquí comienza un nuevo período de la historia de Israel. Es el de la realeza. El pueblo siente la necesidad de una organización exterior tal como el ser humano la ama: una monarquía pomposa (Hechos 25:23), un poderoso ejército y, finalmente, un rey de quien poder sentirse orgulloso. Dios va a darle exactamente lo que desea.
Saúl encuentra a Samuel – Una orden seria
1 Samuel 9:15-27
Samuel cuenta con Jehová para designar al rey que ha sido pedido. Y todo está divinamente planeado para que pueda encontrarlo. Invitado al festín, Saúl oirá al “vidente” declarándole Todo lo que está en su corazón (v. 19; 1 Corintios 14:25).
Tres lecciones importantes
1 Samuel 10:1-12
Samuel cumple fielmente el acto que pone fin a su servicio como juez: derrama el aceite de la unción real sobre la cabeza de Saúl. Luego le indica el camino, como el criado lo había esperado (cap. 9:6). Ya no se trata de ir por las asnas; estas fueron halladas. Ahora Saúl debe recorrer el camino que lo preparará para ocupar el trono.
Saúl nombrado rey
1 Samuel 10:13-27
Ahora que Dios ha dado a conocer al rey, a quien otorga a su pueblo, Samuel convoca a Israel para presentárselo. Sin embargo, es necesario probar que esta elección proviene de Jehová y ello es confirmado delante de todos por medio del sorteo. Saúl es designado y el pueblo lo aclama con alegría, diciendo: ¡Viva el rey!
Una primera prueba: victoria sobre los amonitas
1 Samuel 11:1-15
En ocasión de una victoria sobre los enemigos del pueblo, la autoridad de Saúl como rey va a afirmarse. Son enemigos muy conocidos: ¡los hijos de Amón! Bajo sus amenazas arrogantes y crueles, los habitantes de Jabes de Galaad están en una situación trágica y casi desesperada.
El último discurso de Samuel
1 Samuel 12:1-15
Por tercera vez, Samuel reúne al pueblo. Lo junta en Gilgal para renovar allí la realeza. Al mismo tiempo, va a abdicar de sus funciones como juez, desempeñadas fielmente, como lo testifica el pueblo. Podemos comparar sus palabras con las del apóstol Pablo a los ancianos de Éfeso, en el capítulo 20 de Hechos (v. 26-27, 33-35).
No dejar de orar e interceder
1 Samuel 12:16-25 – 1 Samuel 13:1-5
La lluvia que Samuel pide en plena época de siega (tiempo en que nunca llueve en esas regiones; Proverbios 26:1), era un milagro destinado a probar al pueblo que el profeta hablaba de parte de Jehová. ¿Qué más les dice? Después que se humillaron, de manera conmovedora los exhorta a apartarse de las vanidades, que no aprovechan, para servir a Dios “con todo su corazón” (v.
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