Para el pueblo, la mala conducta de los hijos de Elí era un escándalo. Y, sobre todo ante Dios, ¡qué deshonra para su nombre! Ofni y Finees (aunque este último lleva el mismo nombre que un fiel sacerdote: Números 25:11) habían sido educados en la proximidad del santuario, en contacto con las verdades divinas. ¡Grande es su responsabilidad con relación al resto del pueblo! ¡Grande también es nuestra responsabilidad si tuvimos los mismos privilegios al ser instruidos en el conocimiento de Dios!
Elí, pese a que fuese piadoso, no supo reprender a sus hijos. Es cierto que les había hecho algunas amonestaciones (v. 23); no obstante, le faltó firmeza. A veces, a ciertos hijos les parece que sus padres son demasiado severos. En los hijos de Elí se ven las consecuencias de una educación con poca firmeza. Y para Elí mismo, estas consecuencias son dramáticas: su casa privada del sacerdocio y sus hijos eliminados. Un profeta fue el encargado de traerle este triste mensaje. El Nuevo Testamento confirma que si los hijos de un siervo de Dios no son sumisos y disciplinados, eso puede quitar todo poder al ministerio del padre (1 Timoteo 3:4-5).
Quizás, esta advertencia concierne a uno u otro de nuestros jóvenes lectores.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"