Según Filipenses 4:6, pasaje citado en la página anterior, la acción de gracias es el indispensable complemento de nuestras oraciones. Ana no deja de agradecer a Aquel que le concedió su pedido. Nosotros tampoco olvidemos hacerlo cada vez que Dios nos conteste. Ana va más lejos todavía. Para ella, es la ocasión de alabar a Jehová con un hermoso cántico. ¿Cuáles son los motivos de su alabanza? La santidad de Dios (v. 2), su sabiduría (v. 3), su poder (v. 6), su justicia (v. 10). Mas, por encima de todo, exalta la gracia, como lo indica su nombre (Ana significa gracia), de la cual ella es objeto. Esta gracia levanta al pobre miserable (usted y yo) del polvo, imagen de la muerte, y del “muladar” del pecado, para darle una parte con Jesús en su gloria y en su reinado.
Finalmente, las últimas palabras de este cántico hacen referencia al poderoso Rey, al “Ungido”: el Señor Jesús. ¿Nos alegramos de tal salvación, como lo hace Ana? (v. 1), ¿de tal Salvador? Es instructivo comparar las palabras de María en Lucas 1:46-55 con el cántico de Ana. Ella también se regocija, no solo en Dios su Salvador, sino también en lo que el poder y la gracia de Dios hicieron por todo Israel (v. 54).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"