El pueblo, en su triste estado, va a necesitar una nueva disciplina de parte de Jehová. Los filisteos serán los instrumentos de Dios para enseñarles duras lecciones. Israel sube contra ellos, sin consultar a Jehová. ¿Qué habría contestado Dios si se le hubiese interrogado? «¡No subáis! No puedo daros la victoria a causa de vuestros pecados. Empezad por humillaros».
Es lo que había ocurrido en el momento de la toma de Hai. Pero ahora el pueblo de ningún modo se preocupa por lo que piense Jehová. Aun la primera derrota no les enseña nada. Al contrario, se preguntan: ¿nos hirió Jehová? ¡Qué vamos a hacer! Si él no viene, entonces lo vamos a llevar con nosotros; así estará obligado a sostenernos.
Tantas personas llamadas cristianas creen que pueden disponer de Dios a su antojo. Hacen su propia voluntad y al mismo tiempo apelan al Señor con bastante estrépito (véase Mateo 7:21). Pero un día el Señor dirá: “No os conozco” (Mateo 25:12). Así, Dios está muy lejos de aprobar cualquier cosa que se hace en Su nombre en la cristiandad. El hermoso nombre de Cristo está a menudo asociado a un mal conocido, pero del cual uno no desea apartarse.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"