La lluvia que Samuel pide en plena época de siega (tiempo en que nunca llueve en esas regiones; Proverbios 26:1), era un milagro destinado a probar al pueblo que el profeta hablaba de parte de Jehová. ¿Qué más les dice? Después que se humillaron, de manera conmovedora los exhorta a apartarse de las vanidades, que no aprovechan, para servir a Dios “con todo su corazón” (v. 20-21; comp. con Tito 2:12-14). El servicio de Samuel como juez ha terminado. Pero él guarda toda su actividad de intercesor (1 Samuel 12:23), tanto como de profeta, para enseñarles de parte de Jehová “el camino bueno y recto”. En la persona de Samuel, la gracia divina les mantiene este doble recurso: la oración y la Palabra. Queridos hijos de Dios, tenemos una Persona mucho más excelente todavía: Jesús; él nunca cesa de orar por cada uno de nosotros. Y para trazarnos el camino recto y bueno en la tierra, nos da su Espíritu y su Palabra. Con tales recursos, somos mucho menos excusables que Israel si no andamos en su honor.
El reinado de Saúl ha comenzado. Después de dos años, acordándose Saúl de la orden expresa del profeta (cap. 10:8), reúne al pueblo en Gilgal, frente a sus enemigos, los filisteos.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"