Samuel cuenta con Jehová para designar al rey que ha sido pedido. Y todo está divinamente planeado para que pueda encontrarlo. Invitado al festín, Saúl oirá al “vidente” declarándole
Todo lo que está en su corazón
(v. 19; 1 Corintios 14:25).
¿Cuál es el deseo que habita en el fondo de nuestro corazón? ¿El de ser «alguien», de hacer grandes cosas? ¿O más bien el humilde deseo de agradar al Señor Jesús?
Siguiendo las instrucciones de Samuel, el cocinero reserva la mejor porción para Saúl, la espaldilla, imagen de la fuerza que hace falta para conducir al pueblo. Notemos que contrariamente a la doble porción de los sacerdotes (véase Levítico 7:31-32), él no recibe la parte del pecho, imagen de los afectos necesarios para amar a Jehová y a su pueblo. ¿Estarán ausentes del corazón de Saúl?
Al día siguiente, Samuel se las arregla para tomar aparte al futuro rey y decirle: “Espera tú un poco para que te declare la palabra de Dios” (v. 27). Esa orden puede estar dirigida al pecador que sigue el camino de su propia voluntad, para invitarle a aceptar a Cristo ahora. Pero también es para el creyente. Saber detenernos un momento para escuchar al Señor cuando nos habla, es necesario, particularmente en la agitada vida de hoy.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"