Desde su niñez, Samuel pertenecía a Jehová y le servía. Pero, le faltaba el conocimiento personal del Señor y la comunicación de su palabra (v. 7). Se puede poseer la salvación, gozar de ella y, sin embargo, no tener una relación personal con el Salvador. Fue el caso de Job:
De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven
(Job 42:5).
Es probablemente el caso de muchos jóvenes cristianos; por eso deben pedir al Señor Jesús que se les dé a conocer cada vez mejor.
¡Dios nos habla! Ya no en visiones, sino por medio de la Santa Biblia, se dirige a cada uno en particular. Leámosla como si hubiese sido escrita solo para nosotros. La actitud de Samuel es la que debemos tomar cada vez que abrimos nuestra Biblia: “Habla, porque tu siervo oye” (v. 10). Pero es necesario estar dispuesto a hacer lo que el Señor nos diga.
Sí, esta hermosa respuesta de Samuel nos invita a ponernos a entera disposición del Señor, pidiéndole, como lo hizo Saulo inmediatamente después de su conversión: “¿Qué haré, Señor?” (Hechos 22:10).
Elí escucha todas las solemnes palabras que el joven siervo le transmite fielmente; y, con sumisión, dice: “Jehová es; haga lo que bien le pareciere” (v. 18).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"