Romanos

Comentario bíblico de la epístola a los

Capítulos 12 a 15 - Las responsabilidades del cristiano

Aspectos prácticos

Con el capítulo 11 termina la parte doctrinal de esta epístola. Le siguen exhortaciones que se apoyan en lo que acaba de ser dicho y que invitan a los creyentes a andar en santidad y fidelidad ante Dios y los hombres. La humildad y el amor, unidos a una gracia que se manifiesta en la justicia práctica, deben caracterizar ese andar. El cristiano es un hombre que vive entre los hombres, pero, según el carácter de esta epístola, es un hombre liberado y separado del mundo, y debe manifestarlo mediante su espíritu y su andar en las diversas circunstancias en las cuales puede hallarse, sea en la casa de Dios, sea en el mundo. Lo que concuerda con su condición es la sencillez de corazón, un espíritu apacible, que procure el bien de su prójimo, que no busque su propio interés, que no se vengue, sino que se esfuerce en superar el mal por medio del bien.

El capítulo 12 nos muestra al creyente más bien en su posición de miembro del cuerpo, de hijo dentro de la casa, mientras que el capítulo 13 nos lo muestra, en cierto modo, fuera de la casa, en sus relaciones con el gobierno de este mundo y sus autoridades instituidas por Dios. Poco importa la forma que esas autoridades manifiesten; el cristiano no debe oponerse a ellas, sino estarles sujeto y concederle a cada una el debido honor, más aun cuando la noche está muy avanzada y el día, a cuya luz debe andar, está próximo y sacará todo a la luz.

El capítulo 14 contiene exhortaciones en cuanto a soportarse unos a otros entre hermanos, lo que tenía una importancia especial para los creyentes de la asamblea de Roma, donde estaban agrupados cristianos salidos del judaísmo y del paganismo y donde se presentaban cuestiones relativas a los alimentos, a la bebida, a la observancia de días y otras cosas semejantes. Se debía tener consideración por la conciencia de cada uno: el “fuerte” no debía menospreciar al “débil” y, recíprocamente, el “débil” no debía juzgar al “fuerte”. Estas exhortaciones prosiguen al comienzo del capítulo 15 y el apóstol las termina dirigiendo las miradas sobre Aquel que jamás procuró complacerse a sí mismo, sino que soportó los ultrajes de quienes le ultrajaban. En los versículos 8 a 12 el apóstol resume todavía brevemente los caminos de Dios en el Evangelio, apoyándolos con citas del Antiguo Testamento. Finalmente, en la última parte del capítulo, habla de su servicio entre los gentiles, como así también de algunos viajes por Occidente que esperaba poder hacer después de visitar a Jerusalén.