Cómo reaccionó Ocozías a su accidente
2 Reyes 1:1-10
Desde el principio de este libro, vemos al miserable Ocozías dar un paso más hacia la idolatría. Estando enfermo, manda a consultar a Baal-zebub (Señor de las moscas o de la suciedad). Hecho aun más tenebroso por cuanto detrás de ese ídolo está Satanás, quien se hace adorar. ¡Más tarde los judíos lo llamarán Beelzebú, el jefe de los demonios! (Mateo 12:24).
Fuego del cielo
2 Reyes 1:11-18
En su obstinación, Ocozías envía un segundo capitán de cincuenta para que le traiga a Elías. Su intimación es todavía más insolente: “Desciende pronto”. Pero recibe la misma terrible respuesta.
Elías sube al cielo
2 Reyes 2:1-14
En tanto que el arrebatamiento de Enoc se resume en dos versículos (Génesis 5:24; Hebreos 11:5), Dios nos permite (lo mismo que a Eliseo) asistir en detalle al de Elías. Este glorioso acontecimiento evoca para nosotros otros dos hechos: uno es pasado, el otro es futuro. La escena pasada es la de la ascensión del Señor al cielo.
Eliseo, profeta de gracia
2 Reyes 2:15-25
Los «hijos» de los profetas eran discípulos de estos últimos; vivían juntos, eran enseñados en la Palabra y empleados por Jehová para Su servicio. Los de Jericó, como más tarde Tomás, no pueden creer en el misterioso suceso que acaba de producirse.
Una triste alianza
2 Reyes 3:1-15
Joram, hermano de Ocozías, es hecho rey de Israel. Aunque también hace lo malo ante los ojos de Jehová, se destaca una mejoría en comparación con la conducta de su padre y la de su madre. Renuncia oficialmente al culto de Baal.
Liberación frente a circunstancias desesperadas
2 Reyes 3:16-27
De parte de Jehová, Eliseo da a conocer el medio para no caer en manos de los moabitas. Y como siempre, este medio es la fe. Antes de recibir lo que sea, es necesario empezar a cavar pozos. Cuánto más pozos se caven, más agua se tendrá. Notemos que el agua llega Por la mañana, cuando se ofrece el sacrificio (v. 20).
Diferentes condiciones sociales, pero la misma fe activa
2 Reyes 4:1-17
Nuestro capítulo nos muestra a Eliseo, figura del Señor Jesús, como fuente de bendición para dos familias. La primera es pobre: una viuda con dos hijos a merced de un despiadado acreedor. Pero su fe sabe a quien dirigirse (Salmo 68:5); ella recibe ese precioso y abundante aceite, mientras hayan vasijas vacías para contenerlo.
Enfermedad, muerte y resurrección
2 Reyes 4:18-31
Jehová dio un hijo a la piadosa sunamita. Pero aún desea hacer algo más para ella: quiere que conozca su poder que resucita a los muertos. Un bebé que llega a una familia es una fuente de gozo para sus padres y hermanos. Pero, a los ojos de Dios, lo que más precio tendrá será el nuevo nacimiento de ese niño; el cielo entero se alegrará.
¿Qué comida hay que dar al pueblo de Dios?
2 Reyes 4:32-44
Como lo recuerda Hebreos 11, el capítulo de la fe, Las mujeres recibieron a sus muertos mediante resurrección (Hebreos 11:35).
La lepra de Naamán
2 Reyes 5:1-14
Naamán era general del ejército del rey de Siria, un héroe cubierto de gloria y distinciones. Y, sin embargo, algo hace de ese gran personaje el hombre más miserable: su hermoso uniforme cubre un cuerpo roído por la lepra. Asimismo, la enfermedad del pecado corrompió a todos los humanos, inclusive a los más eminentes.
La salvación es gratuita – Un pecado disimulado se descubre
2 Reyes 5:15-27
Lo primero que Naamán hace después de su curación es ir a agradecer a aquel que fue instrumento de ella. Nos recuerda a uno de los diez leprosos limpiados por el Señor, el que Viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz (Lucas 17:15). Y era igualmente un extranjero.
El hacha que flota – Dos maneras de mirar
2 Reyes 6:1-17
“El lugar en que moramos… es estrecho”, declaran a Eliseo los hijos de los profetas. A veces se oye decir lo mismo respecto del cristianismo. Por cierto, ante los ojos del mundo, la vida del creyente parece muy estrecha: ¡se priva de tantas cosas! Si se nos ocurre razonar así, es porque miramos demasiado bajo.
El triunfo de la gracia – Sitio de Samaria
2 Reyes 6:18-33
Tres veces en este capítulo, en respuesta a la oración del profeta, los ojos se abren (v. 17, 20) o, por el contrario, se oscurecen (v. 18). Pidamos a Dios que abra los nuestros. No perdamos de vista, como el criado de Eliseo, el poder divino que está a nuestra disposición.
Perspectiva de muerte para cuatro leprosos
2 Reyes 7:1-8
El pueblo de Samaria alcanza el fondo de su miseria. Ahora Dios puede actuar. Por su parte, Eliseo, el profeta de la gracia, responde a la tentativa de homicidio del rey, anunciándole la liberación. Aún hoy, se proclama la salvación. Pero ¡cuántos, como el príncipe, responden con incredulidad y burla!
La buena noticia
2 Reyes 7:9-20
“Hoy es día de buena nueva” (v. 9). ¡Ah!, si conocemos las buenas nuevas del Evangelio, no las guardemos egoístamente para nosotros solos. Apresurémonos a publicar el feliz mensaje a los que todavía se hallan en el desamparo, ignorando la liberación de Dios. He aquí ahora el día de salvación (2 Corintios 6:2).
Tristes ejemplos con consecuencias duraderas
2 Reyes 8:16-29
Al comienzo del capítulo 8 reaparecen personas conocidas: la mujer de Sunem, a quien Jehová cuidó durante la hambruna; después, Giezi, quien parece haber prosperado pese a su lepra (respecto de la cual ciertamente prefiere guardar silencio). En efecto, lo volvemos a encontrar en la corte del rey, donde Dios se vale de él para que se haga justicia a la sunamita.
La unción de Jehú
2 Reyes 9:1-15
2 Reyes 9:1-15
Dos muertes solemnes
2 Reyes 9:16-29
Jehú es un hombre astuto y lleno de energía. Su plan es ejecutado tan pronto como es concebido. Seguido por una tropa decidida, conduce impetuosamente su carro hacia Jezreel. Al verle, se piensa en ese Jinete acompañado por los ejércitos celestiales que sale para cumplir el juicio “del furor de la ira de Dios”.
Juicio de Jezabel y de los hijos de Acab
2 Reyes 9:30-37 – 2 Reyes 10:1-11
Después de la muerte de Joram y la de su sobrino Ocozías, todavía queda la persona más malvada de la familia real: Jezabel, la reina madre. Acaba de enterarse de la suerte de su hijo (pues trata a Jehú de asesino de su señor; v. 31). Pero, en lugar de acongojarse, en un último arranque de vanidad, la vieja reina se arregla y se pinta los ojos (Jeremías 4:30).
Jehú orgulloso, vanidoso, mentiroso y astuto
2 Reyes 10:12-27
Jehú, prosiguiendo su misión vengadora, encuentra una tropa de alegres jóvenes que siguen su camino con total despreocupación. Son los cuarenta y dos hermanos (o primos) de Ocozías. Sin sospechar lo que acaba de suceder, van a visitar a la brillante juventud de la otra familia real… ¡justamente esa cuyas setenta cabezas en ese mismo momento se juntan en dos montones a la puerta de Jezreel!
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