“Hoy es día de buena nueva” (v. 9). ¡Ah!, si conocemos las buenas nuevas del Evangelio, no las guardemos egoístamente para nosotros solos. Apresurémonos a publicar el feliz mensaje a los que todavía se hallan en el desamparo, ignorando la liberación de Dios.
He aquí ahora el día de salvación
(2 Corintios 6:2).
¿No seríamos culpables si calláramos? (véase Ezequiel 33:6). Es lo que la conciencia dicta a los cuatros leprosos. Y sin aguardar la mañana, se dan prisa para ir a gritar la noticia a los porteros de la ciudad. ¡Pero escuchemos los razonamientos que los acogen! El rey y sus siervos discuten y pasan revista a las posibles explicaciones antes de aceptar la más sencilla y maravillosa: esa liberación es la que el profeta había anunciado; viene de Jehová. “¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho!”, tuvo que decir, extrañado, el Señor Jesús (Lucas 24:25).
La salvación está realmente a la puerta. Pero, para el príncipe incrédulo, allí también se halla el juicio. Es el único que no puede aprovechar el abundante botín. La palabra de Jehová se cumple con exactitud. ¡Y siempre será así!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"