Lo primero que Naamán hace después de su curación es ir a agradecer a aquel que fue instrumento de ella. Nos recuerda a uno de los diez leprosos limpiados por el Señor, el que
Viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz
(Lucas 17:15).
Y era igualmente un extranjero.
Luego, Naamán debe aprender que la salvación es enteramente gratuita. Muchas personas no logran aceptar este hecho. Tanto más cuando ven a ciertos miembros del clero sacar de la religión un provecho personal, lo que es llamado “ganancia deshonesta” (1 Pedro 5:2; 1 Timoteo 3:8; Tito 1:7). Giezi nos hace pensar en ellos. Su manera de actuar, dictada por el amor al dinero, amenaza con anular a los ojos de Naamán la gratuidad del don de Dios. El corazón del varón de Dios, preocupado por ese «nuevo convertido», sigue toda la escena. La acción deshonesta es denunciada y el miserable codicioso recibe su castigo (comp. Hechos 5:1-11). “¿Es tiempo de tomar plata… vestidos…?”, pregunta Eliseo, cuya fortuna era su manto de profeta. Es una seria pregunta para cada uno de nosotros, discípulos de un Señor que se hizo “pobre”. En vísperas de su retorno, ¡no es tiempo de enriquecernos y buscar nuestra comodidad aquí en la tierra! (véase también Santiago 5:3 final; Hageo 1:4).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"