El pueblo de Samaria alcanza el fondo de su miseria. Ahora Dios puede actuar. Por su parte, Eliseo, el profeta de la gracia, responde a la tentativa de homicidio del rey, anunciándole la liberación. Aún hoy, se proclama la salvación. Pero ¡cuántos, como el príncipe, responden con incredulidad y burla!
Cuatro pobres leprosos van a ser empleados para dar a conocer esa salvación (comp. con 1 Corintios 1:28). Sin ninguna intervención humana, el ejército sirio es derrotado. Jehová solo obtuvo la victoria. Ocurre así con la obra de la cruz; allí, Jesús solo triunfó sobre todos nuestros enemigos. Como esos miserables leprosos, nosotros, pobres pecadores, estábamos en una desesperada situación, destinados a una muerte eterna. Ahora, esta es anulada para el creyente. En su lugar halla vida, paz, abundantes y gratuitas riquezas espirituales para el presente, y un porvenir asegurado. Estos son los frutos de la victoria de Cristo en la cruz. En ella el enemigo fue enteramente despojado. Y vemos que bastó solamente levantarse e ir a tomar posesión de estas cosas (v. 5; comp. Lucas 15:18). ¿Ya lo hizo usted? ¿O todavía está “sentado en tinieblas… y sombra de muerte”? (Mateo 4:16, V. M.)
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"