“El lugar en que moramos… es estrecho”, declaran a Eliseo los hijos de los profetas. A veces se oye decir lo mismo respecto del cristianismo. Por cierto, ante los ojos del mundo, la vida del creyente parece muy estrecha: ¡se priva de tantas cosas! Si se nos ocurre razonar así, es porque miramos demasiado bajo. En verdad, “el cielo” en toda su extensión está delante de nosotros.
El pequeño incidente del hacha es conmovedor en su simplicidad. Eliseo está igualmente dispuesto a devolver una herramienta al que la utiliza, como un hijo a su madre, mediante la resurrección. Asimismo, vemos al Señor de gloria lavando los pies a sus discípulos o preparándoles una comida (Juan 13:5; 21:13). Nada es demasiado pequeño para el Señor Jesús. ¿Lo ha experimentado usted?
Después, se reanuda la guerra entre Israel y los sirios. Mas, existe un tercer ejército cuya existencia solo conoce el profeta. Son los combatientes celestiales: ángeles que Dios colocó como una muralla de fuego alrededor de su siervo (Salmo 34:7, Jueces 5:20). Para discernirlos, son necesarios los ojos de la fe. Como Eliseo aquí, Jesús en Getsemaní dirigió los pensamientos de su discípulo Pedro hacia las doce legiones de ángeles que su Padre le habría dado, si hubiese querido pedírselas (Mateo 26:53).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"