Joram, hermano de Ocozías, es hecho rey de Israel. Aunque también hace lo malo ante los ojos de Jehová, se destaca una mejoría en comparación con la conducta de su padre y la de su madre. Renuncia oficialmente al culto de Baal.
El primer versículo de nuestro libro ya había mencionado la rebelión de Moab. Para Joram es la ocasión de hacer la guerra a ese pueblo, apoyándose en sus más cercanos aliados: el rey de Judá y el de Edom. Desgraciadamente Josafat no aprendió la seria lección de Ramot de Galaad. A la proposición de Joram, da exactamente la misma respuesta que otrora a Acab (v. 7; 1 Reyes 22:4).
La expedición está a punto de ser un desastre. Joram acusa a Jehová por ello, mientras que él mismo es responsable de todo el emprendimiento. Muchas personas son así. Acusan a Dios por sus desdichas en lugar de arrepentirse. Proverbios 19:3 confirma que “la insensatez del hombre tuerce su camino, y luego contra Jehová se irrita su corazón”. Delante de los tres reyes tristemente asociados, Eliseo se siente incómodo. ¿No se trata de ese “yugo desigual con los incrédulos”, ante el cual se pone seriamente en guardia a los creyentes? (2 Corintios 6:14).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"