Acerca de la oración
La oración es la respiración anhelante del nuevo hombre, producida por la obra del Espíritu Santo, quien mora en todos los verdaderos creyentes. De ahí que hallar a alguien orando es verlo manifestando la vida divina en una de sus características más hermosas y conmovedoras: la dependencia.
Andar con Jesucristo
El camino más excelente
Serie de cartas sobre temas importantes de la vida cristiana.
Andar por la fe
Hebreos 11
En el mundo no se puede negar la existencia de un principio que obra de forma vital, y que en todo tiempo ha incitado vivamente el odio y la oposición del hombre. Siempre ha sido así, desde los días de Abel hasta hoy. Este principio vital es la fe.
Decir mentiras
Primero vamos a tomar conciencia de dónde ha salido el «principio de la mentira». Los primeros hombres no tenían ningún motivo para mentir. Poseían todo lo necesario para ser felices. No tenían problemas, todo les pertenecía, gozaban de una comunión ininterrumpida con Dios. Pero existía alguien que había sido mentiroso desde mucho antes: el diablo. El Señor Jesús lo llama “padre de mentira” (Juan 8:44); él es la raíz del «principio de la mentira». Y a través de una mentira sedujo luego a toda la humanidad para que pecara (comparar Génesis 2:16-17 con 3:1, 4). Por eso cuando decimos una mentira, ¡andamos en las pisadas del diablo!
El cristiano y el mundo
No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él (1 Juan 2:15).
¿Qué es el mundo? He aquí una pregunta de suma importancia que se presenta al atento examen de todo creyente serio y reflexivo. ¿Qué es este mundo, del cual la Palabra nos exhorta a guardarnos sin mancha? (Santiago 1:27).
El pecado después de la conversión
El asunto que vamos a considerar es el que más inquieta a los creyentes al principio de su carrera. Se trata de la pérdida de la comunión con Dios, originada después de la conversión, a causa del pecado.
El yugo desigual
“El amor de Cristo –dice el apóstol– nos constriñe” (2 Corintios 5:14). Este es el motivo más poderoso de todos. Cuanto más lleno esté el corazón del amor de Cristo, y cuanto más fijemos nuestros ojos espirituales en su bendita Persona, más buscaremos seguir sus huellas celestiales. Ahora bien, entre los numerosos obstáculos que se oponen a esta plena consagración de corazón a Cristo que yo deseo ardientemente para mí y para mis lectores, el yugo desigual, tal como lo veremos, ocupa uno de los primeros lugares.
Introducción a la Biblia
Escribir una introducción a la Biblia es una empresa ciertamente difícil y extremadamente seria. Tomar tal libro para mostrar el encadenamiento de sus diversas partes, su relación entre ellas y con el conjunto, a fin de revelar los designios de Dios, es una tarea difícil, pues uno se encuentra en presencia de los mismos pensamientos de Dios.
La autoridad de las Escrituras
La Escritura es la Palabra de Dios, y ella juzga al hombre a fondo. Pone al desnudo las profundas raíces de su naturaleza, descubre los mismos cimientos de su ser moral. Es el único espejo fiel en el cual puede verse perfectamente reflejado. Esta es la razón por la cual al hombre no le gusta la Escritura; no puede soportar la Palabra; intenta ponerla a un lado; le encanta buscar defectos en ella; se atreve a juzgarla.
La caída y la restauración del creyente
Este folleto expone el tema de la disciplina desarrollado por tres autores diferentes para advertirnos sobre el agravio que nuestras faltas como creyentes causan a Dios y al prójimo. Luego nos presenta el camino de retorno, por medio de la confesión y la reparación, para poder gozar nuevamente de la comunión con el Señor. Que estas páginas sirvan de ayuda al lector para comprender los diferentes aspectos y la importancia de este tema.
La oración
“Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1)
Primero es necesario escuchar, luego hablar. “Hablaba Jehová a Moisés cara a cara, como habla cualquiera a su compañero” (Éxodo 33:11). Hoy el creyente goza de un privilegio aún mayor: comunicarse con Dios no solo como con su amigo, sino escucharle y hablarle como a su Padre.
La oración y las sanidades
El Enemigo siempre ha realizado múltiples esfuerzos para distraer a los creyentes del objeto que las Escrituras ponen ante ellos, a saber, la persona del Señor. De todos los medios que emplea, el más sutil consiste en proclamar ciertas verdades bíblicas, separándolas del conjunto de la Revelación, dándoles así un relieve que finalmente falsifica la “verdad”, es decir, la Palabra de Dios (Juan 17:17).
La tentación y el socorro divino
¿Qué es la tentación? Es la incitación a pecar. Y pecar es, fundamentalmente, hacer la propia voluntad, la cual se opone a lo que uno sabe que es la voluntad de Dios. Esta “voluntad de Dios” la resume el Señor mismo: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas… Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Marcos 12:30-31).
Libre en Cristo
Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres (Juan 8:36).
¿Qué es la libertad? ¿Es hacer lo que a uno bien le parezca, tal vez sin infringir las leyes, pero violando toda regla moral, sin tener en cuenta a los demás y viviendo tan solo para sí mismo? Llevada al extremo, esta concepción de la vida solo puede producir destrucción. La destrucción de hogares, de familias, de la sociedad. Esta no es la verdadera libertad. Ella no puede ser independiente de una ley moral. En nuestra época, los hombres hablan fácilmente de liberarse de los tabúes y de las reglas arcaicas, pero en realidad son esclavos de sus propios impulsos, pues son incapaces de dominarlos (2 Pedro 2:19).
Más fruto
La disciplina paternal
Nuestro tema parece austero a primera vista, sin embargo es muy actual. A menudo los jóvenes y los menos jóvenes se preguntan: «¿Por qué permitió Dios tal acontecimiento en mi vida? ¿Por qué perdí mis exámenes? ¿Por qué mi madre está enferma? ¿Por qué este duelo?». A tales preguntas se dan dos grandes categorías de respuestas; una es la del fatalismo: «Estaba ya escrito; solo hay que aceptarlo y someterse, porque es inevitable». La otra respuesta, la cristiana, es muy diferente: «¿Qué quieres enseñarme?».
Orar...
Respiración del alma, expresión de la fe, impulso de amor, combate espiritual, la oración es vital para el creyente. Por medio de la oración se acerca a Dios para pedirle ayuda, pero también para agradecerle y adorarlo. A través de ella, el cristiano expresa su dependencia de Dios y testifica que el hombre no está solo en el universo, sino que Dios existe y obra.
Temas prácticos de la vida cristiana
Nada tiene valor a los ojos de Dios sino lo que brota del amor personal a Cristo y de la comunión con él. Podemos saber las Escrituras al dedillo; podemos predicar con notable elocuencia y fluidez, con una fluidez tal que las almas poco experimentadas pueden muy fácilmente confundir con «poder»; pero, oh, si nuestros corazones no beben profundamente de la Fuente; si el motor que los anima no es hacer del amor de Cristo una realidad práctica, todo terminará en algo fugaz y pasajero.
Vuélvete a mí
La forma con la que Dios se ocupa de alguien que se aleja, seguramente no es la nuestra. Los caminos de Dios son hermosos y perfectos. Hermano que se alejó, no suponga que al abandonar al Señor, todo se terminó para usted y que no puede ser restaurado. No; si vuelve, días mejores han sido preparados para usted. El propósito de Dios es conducirnos a un estado práctico mejor del que hemos perdido al alejarnos. De esto resulta que gustamos mucho más la gracia, tenemos más confianza en el Señor y desconfiamos más de nosotros mismos.
¿No hay respuesta a mi oración?
Con frecuencia leemos la Palabra de Dios de manera superficial, y esto es para nuestro perjuicio, sobre todo cuando se trata de enseñanzas relativas a la oración. El desconocimiento de los principales pasajes que se nos presentan en el Nuevo Testamento puede tener consecuencias nefastas para la vida espiritual, conduciendo al desaliento y a la incredulidad. ¿Quién de nosotros no ha experimentado esos sentimientos porque, aparentemente, su oración no tuvo respuesta?
¿Qué pasa después de la muerte?
“Si no creéis que yo soy, en vuestros pecados moriréis” (Juan 8:24). “Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor” (Apocalipsis 14:13). Cualesquiera que sean las causas de fallecimiento contadas por las estadísticas, sea que se muera en la cama, en el hospital o en la carretera… conforme a las Escrituras sólo hay dos maneras de morir.
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