El porvenir

según las profecías de la Palabra de Dios

El porvenir de los pueblos alrededor de Palestina

En uno de los capítulos precedentes hemos visto cómo han sido descritos en el libro de Daniel los cuatro imperios que han de ejercer sucesivamente su dominio. En los primeros cinco capítulos, tenemos la historia y el carácter del reino babilónico. En el siguiente, el de los medos y persas. Además, en los capítulos 2 y 7 se escribe extensamente sobre el cuarto reino, haciéndose importantes revelaciones en cuanto al tercero, el imperio greco-macedónico, en los capítulos 8 y 11.

A este respecto es muy importante considerar que los tres primeros imperios son sucesivamente desposeídos de su gran poder, pero, según Daniel 2 y 7, siguen existiendo. En Daniel 2 toda la imagen es destruida de una sola vez, y en los versículos 35 y 40 se dice expresamente que los materiales que formaron estos imperios serán desmenuzados juntos. El significado de esto nos lo da claramente el capítulo 7:12, donde está escrito: “Habían también quitado a las otras bestias su dominio, pero les había sido prolongada la vida hasta cierto tiempo”. Aunque hayan perecido como imperios, los países originales existirán aun en el tiempo del fin.

Un principio importante para comprender la profecía

En Isaías 46:10 está escrito que Dios anuncia el porvenir desde el origen. Es este un principio muy importante, que vemos confirmado en toda la Escritura. Desde Génesis 1:1 ya se nos hacen revelaciones sobre el objeto final de los caminos de Dios. Por lo tanto, casi todos los acontecimientos que nos son presentados tienen una importancia típica que está en relación con el cumplimiento de los consejos de Dios en el futuro.

Tal es lo que ocurre, de manera especial, con las profecías. Profecías sencillas que, aparentemente, fueron ya cumplidas hace mucho tiempo, por lo general se relacionan simbólicamente con cosas que ocurrirán en el tiempo del fin.

Así hallamos, por ejemplo, en ciertos acontecimientos de los primeros capítulos de Daniel, divinos tipos de redención para el residuo fiel de Judá, cuando viva en un tiempo caracterizado por el poder autoritario del Estado y la idolatría.

El Imperio greco-macedónico

Como se ha dicho ya, en los capítulos 8 y 11 de Daniel se nos da la historia profética del Imperio greco-macedónico. En el momento que fue dada esta profecía todo estaba sin cumplir. Solamente tres siglos después (de 334 a 326 a. de C.) conquistó Alejandro Magno el Oriente Medio y estableció su imperio. Actualmente, gran parte de estos capítulos se hallan cumplidos. Por ejemplo: los primeros 17 versículos del capítulo 8 (tal vez con excepción de los versículos 11 y 12) y también el capítulo 11:1 hasta el versículo 35. Pero aunque estas partes hayan tenido, en su mayoría, su primer cumplimiento, son, además, ejemplos o figuras de lo que acontecerá en el tiempo del fin.

Aparte de esto hallamos en el capítulo 8, desde el versículo 17, y capítulo 11, desde el versículo 36, que han sido escritos expresamente sobre el tiempo del fin. En el capítulo 8:17 se dice que la visión se cumplirá al tiempo del fin. Y en el capítulo 11:35 vemos, asimismo, el paso de la profecía cumplida a la profecía sin cumplir, al final de los tiempos.

En estos capítulos advertimos el hecho, confirmado por la Historia, de que Alejandro Magno establecerá su imperio, pero que este será dividido en cuatro partes después de su muerte prematura. Dos de estas partes desempeñan un papel importante en la historia de Israel, y se habla de estas cosas, detalladamente, en estas profecías. Una de ellas del Rey del Norte y la otra del Rey del Sur. Del último se dice en el capítulo 11:8 cuál es su país: Egipto. De esto resulta que el rey del Norte ha de reinar en el Norte de Palestina. Luego, la historia profana nos dice que era el rey de Siria, etc.                              

Egipto y Siria

Estos dos poderes existirán también en el tiempo del fin. Y, como anteriormente, serán enemigos entre sí y de Israel.

Sobre todo se habla extensamente de un rey del Norte en el pasado, en los capítulos 8 y 11 de Daniel. En el capítulo 8:9 se halla representado por un cuerno pequeño y en el capítulo 11:21 por un hombre vil que vendrá en son de paz y tomará el reino con halagos. La historia profana le llama Antíoco IV Epífanes.

Según estas profecías ha de odiar a los judíos de una manera terrible. Los libros apócrifos de los Macabeos nos dan una impresión de cuán terribles fueron estas cosas. Y en todas ellas se denota que es el tipo del rey del Norte que en el tiempo final tratará al pueblo judaico de una manera mucho más terrible aun. Tenemos en el Antiguo Testamento más alusiones acerca de él, por ejemplo: Senaquerib, en Isaías 10. Y en otras muchas profecías se habla de este rey terrible en el tiempo del fin. Allí es llamado, la mayor parte de las veces, Assur o el Asirio.

¡Invasión en Palestina!

En Isaías 7 tenemos la invasión de Rezín, el rey de Siria. Con tal motivo, Isaías profetiza sobre el futuro. Habla de la virgen que concebirá y parirá un hijo que se llamará Emmanuel, como así también de las invasiones de Egipto y Assur. Aunque ambos acontecimientos hayan tenido un cumplimiento provisional con la invasión de Senaquerib, contemplan realmente el futuro. Nadie negará que la profecía del versículo 14, de que la virgen concebirá, se refiere al nacimiento del Señor Jesús, el que tuvo lugar pocos siglos después. La Palabra misma de Dios nos lo dice, en Mateo 1 :22, 23. Del mismo modo tendrá lugar, en el fin, la verdadera invasión llevada a cabo por Egipto y Asiria.

En Daniel 11:40 está descrito este acontecimiento. En los versículos 33 a 35 se pasa del tiempo de Antíoco al tiempo del fin. En el versículo 33 se habla de días, en el versículo 35 se dice que será hasta el tiempo del fin. Luego se habla, en el versículo 36, de un rey, resultando de los versículos siguientes que este será el rey de los judíos, el cual dominará sobre Palestina.

En el versículo 40 tenemos luego las antes mencionadas invasiones. Al mismo tiempo emprenden Egipto y Asiria la invasión de Palestina. Sin embargo, no como aliados, sino como enemigos exasperados.

Un concierto con la muerte, y un pacto con el infierno

Los judíos temen desde hace mucho tiempo tal invasión. En Isaías 28 leemos que, justamente en vista de ello, conciertan una alianza con los jefes impíos del Imperio romano. Allí Dios dice: “Por cuanto habéis dicho: Pacto tenemos hecho con la muerte, e hicimos convenio con el Seol; cuando pase el turbión del azote, no llegará a nosotros, porque hemos puesto nuestro refugio en la mentira, y en la falsedad nos esconderemos; por tanto, Jehová el Señor dice así: He aquí que yo he puesto en Sion por fundamento una piedra, piedra probada, angular, preciosa, de cimiento estable; el que creyere, no se apresure. Y ajustaré el juicio a cordel, y a nivel la justicia; y granizo barrerá el refugio de la mentira, y aguas arrollarán el escondrijo. Y será anulado vuestro pacto con la muerte, y vuestro convenio con el Seol no será firme; cuando pase el turbión del azote, seréis de él pisoteados. Luego que comience a pasar, él os arrebatará; porque de mañana en mañana pasará, de día y de noche; y será ciertamente espanto el entender lo oído” (cap. 28:15-19).

En este concierto fían su salvación. Pero Dios mismo les quitará esta certidumbre, enviando al rey del Norte para castigar al pueblo impío. El propio rey del Norte no es consciente de ello. Obra solamente por impulso del odio hacia el pueblo y por la malicia de su corazón. De los tipos usados para revelarle y de la descripción que la Palabra de Dios da de él, surge que será un príncipe terrible, cruel y astuto.

¡El aliado del rey del Norte!

¿Cómo puede ser que este rey tenga el valor de hacer frente al poder inmenso del Imperio romano, que es el aliado de los judíos? Debe de comprender que no es bastante fuerte para enfrentarse con este poder. Así, en el tipo de Antíoco hallamos que este no se atreve a infringir la prohibición del senado romano y abandona Egipto a su mandato (Daniel 11:30).

El capítulo 8:24 nos da la clave. Allí está escrito: “Y su poder se fortalecerá, mas no con fuerza suya”, pues tendrá tras sí un poder tan fuerte que se atreverá a provocar al Imperio romano.

Puesto que habrá en aquel tiempo un solo poder, más o menos equivalente a Roma, a saber Rusia, ha de ser este país el que esté detrás de él. Esto es evidente si consideramos que el reino de Rusia está situado inmediatamente detrás del reino del rey del Norte. Y que en los ejércitos de Rusia se encontrarán también tropas de los países sobre los cuales impera el rey del Norte (Ezequiel 38 y 39).

El transcurso de la campaña

Los egipcios perderán la lucha, mas el rey del Norte vencerá a los judíos, dirigiéndose luego a Egipto y dominando también a este país. Ciertamente, hasta Libia y Etiopía no podrán resistirle.

Sin embargo, cuando culmine su poder, los rumores del Oriente y del Norte le espantarán. Como en la figura del capítulo 11, versículo 30, naves de Chittim vienen contra él, lo que se cumplió con Antíoco, cuando los romanos le encontraron. De igual manera será en el tiempo del fin. Los judíos llamarán en su auxilio a su aliado, el emperador romano. Este, una vez reunidos sus ejércitos, marchará sobre Palestina.

Lleno de furia volverá el rey del Norte para hacer frente a este enemigo. Pero en este momento Dios mismo intervendrá. Como hemos visto en el capítulo anterior, el Señor Jesús vendrá del cielo y destruirá primeramente a los ejércitos del Imperio romano, con sus jefes.

Otros profetas dan más detalles sobre tales invasiones. En Isaías 10, Dios dice que mandará al Asirio para robar y despojar, porque está enojado con el pueblo. Pero, como el rey de Asiria lo hará “en soberbia del corazón” y “para destruir y exterminar”, Jehová le juzgará tan pronto como el castigo de Israel se haya cumplido.

Asedio y conquista de Jerusalén

En Zacarías 12 vemos a Jerusalén asediada por todos los pueblos de su alrededor. Como en Daniel 11, los reyes del Sur y del Norte marchan juntamente contra ella.

Zacarías 14 da más detalles: “Porque yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén; y la ciudad será tomada, y serán saqueadas las casas, y violadas las mujeres; y la mitad de la ciudad irá en cautiverio, mas el resto del pueblo no será cortado de la ciudad” (cap. 14:2). Esto no puede haberse cumplido ya. Cuando Nabucodonosor, y más tarde el emperador Tito, tomaron la ciudad, cuantos salieron con vida fueron llevados en cautiverio.

El versículo siguiente explica claramente cuándo tendrá lugar esto. “Después saldrá Jehová y peleará con aquellas naciones… y se afirmarán sus pies en aquel día sobre el monte de los Olivos”, etc. Así, pues, este asedio de Jerusalén se efectuará muy poco antes de que vuelva el Señor a la tierra.

Como hemos visto, en Isaías 28 y 29 se habla también de este tiempo. Los judíos han celebrado un acuerdo con el Imperio romano para ponerse a seguro del “turbión del azote”, o sea del rey del Norte. Mas Dios anulará este acuerdo, de modo que el enemigo vendrá.

Entonces hallamos en el capítulo 29 el asedio de Jerusalén y también cómo el orgullo de sus habitantes será con ello abatido. Mas Jehová les salvará.

El orden cronológico de los acontecimientos

Si leemos estas partes en relación con Daniel 11, deducimos el siguiente orden:

1. Los reyes del Sur y del Norte atacan simultáneamente a Jerusalén. El último toma la ciudad y produce una matanza terrible. Después dirígese a Egipto.

2. Espantado por los rumores del Norte y del Este (Oriente) vuelve a Palestina, poniendo sitio a Jerusalén.

Mas no logra éxito, porque el mismo Señor Jesús viene del cielo para salvar al residuo fiel de los judíos. Es destruido, pero no por un ejército humano. “Llegará a su fin, y no tendrá quien le ayude” (Daniel 11:45). “Y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será quebrantado, aunque no por mano humana” (Daniel 8:25).

En Miqueas 5 leemos que la salvación tiene lugar por la intervención directa del Señor Jesús. Después de haber anunciado en los tres primeros versículos su nacimiento, el versículo 5 dice: “Y este será nuestra paz. Cuando el asirio viniere a nuestra tierra,” etc.

Isaías 14 nos muestra que Assur será juzgado después del Imperio romano. Cuando Jacob haya vuelto a su tierra, el cuarto imperio, representado en la imagen del rey de Babel (el primer imperio) será juzgado primeramente. Después Assur.

Y en Isaías 30 el juicio de Assur es mencionado simultáneamente con el juicio sobre el anticristo, el rey de los judíos.

De las muchas porciones de la Escritura que hablan del rey del Norte (Assur-Asirio), vemos la importancia de este gran enemigo de Israel en “el tiempo del fin”. Será el enemigo más poderoso.

El porvenir de las naciones árabes

Hemos visto el porvenir de los países del Norte y del Sur de Palestina.

Al Oeste habita un solo pueblo: los filisteos. Pero al lado oriental se encuentran los edomitas, los moabitas y los amonitas, antiguos enemigos de Israel.

De Zacarías 12 puede deducirse que también ellos tomarán parte en el asedio de Jerusalén. Se ha hablado proféticamente de todos los pueblos de su alrededor.

¿Para ayudar, tal vez, al rey del Norte, en su ataque a los judíos? De todos modos les respetará después de su victoria (Daniel 1:41).

Pero Dios no olvida la enemistad centenaria de ellos contra su pueblo. Después de ser libertado, Israel mismo les castigará. “Volarán sobre los hombros de los filisteos al occidente, saquearán también a los de oriente; Edom y Moab les servirán, y los hijos de Amón los obedecerán” (Isaías 11:14).

“Moab, la vasija para lavarme; sobre Edom echaré mi calzado” (Salmo 108:9). Véase además, entre otras, Jeremías 47, 48 y 49 y Ezequiel 25.         

Egipto y Asiria ¿serán destruidos enteramente?

Hemos visto algo de la enemistad de Egipto y Asiria, y muchos pasajes de la Escritura nos relatan las atrocidades que han cometido y cometerán contra Israel. Por consiguiente, juicios severos sobrevendrán sobre ellos. Mas la gracia de Dios es maravillosa. Incluso para estos terribles enemigos hay aún una bendición. Cuando hayan aprendido la justicia por los juicios de Dios (Isaías 26:9), el odio de ellos contra Israel será quitado. Y bajo el gobierno victorioso del Señor Jesús, le servirán, juntamente con Israel.

“Y herirá Jehová a Egipto; herirá y sanará, y se convertirán a Jehová, y les será clemente y los sanará.

En aquel tiempo habrá una calzada de Egipto a Asiria; y asirios entrarán en Egipto; y egipcios en Asiria, y los egipcios servirán con los asirios a Jehová.

En aquel tiempo Israel será tercero con Egipto y con Asiria; para bendición en medio de la tierra; porque Jehová de los ejércitos los bendecirá, diciendo: bendito el pueblo mío Egipto, y el asirio obra de mis manos, e Israel mi heredad” (Isaías 19:20-25).