Condición 9
Esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho
(1 Juan 5:14-15).
Este precioso pasaje nos recuerda primero a quien hemos creído (2 Timoteo 1:12). Nuestra fe, como acabamos de ver, se apoya en las promesas. Pero el valor de una promesa va unida a la calidad de aquel que la hizo.
Pedro habla de “preciosas y grandísimas promesas” porque es un gran Dios el que las hizo y tienen como garantía a Cristo, precioso para el corazón de Dios y del creyente (2 Pedro 1:4).
La voluntad divina, buena, agradable y perfecta, forma nuestro entendimiento y nos conduce a hacer peticiones sabias, de modo que puedan ser escuchadas por Dios. Entre el versículo 14 y el 15 es posible que transcurra cierto tiempo, apropiado para ejercer la paciencia de la fe. Pero, la fe tiene el privilegio de considerar la cosa pedida como ya otorgada. Los verbos están en presente; desde el momento en que la petición ha sido presentada, sabemos que tenemos las cosas que hemos pedido.