Condición 4
Amados, si nuestro corazón no nos reprende, confianza tenemos en Dios; y cualquiera cosa que pidiéremos la recibiremos de él, porque guardamos sus mandamientos, y hacemos las cosas que son agradables delante de él
(1 Juan 3:21-22).
Aquí hallamos dos condiciones que encuadran una promesa. La primera es un corazón que no nos reprende; dicho de otro modo, cualquiera sea la cosa que le pidamos a Dios, nos es necesaria una buena conciencia. ¿Cómo acercarnos a él, si en nosotros tenemos algo que juzgar? Percibiremos muy bien que la distancia moral producida por una falta no confesada nos hace cerrar la boca.
La segunda condición, guardar los mandamientos de Dios y practicar lo que le agrada, se comprende mejor aún: Un niño obediente, quien por su comportamiento complace a sus padres, obtendrá de ellos todo lo que él les pida, porque tienen confianza en él y saben que hará buen uso de ello.
Vemos que estas dos condiciones son complementarias o más bien que constituyen dos aspectos de la misma actitud. La primera, una buena conciencia, manifiesta nuestros sentimientos para con Dios y nos da seguridad para dirigirle nuestras oraciones. La segunda expresa los sentimientos de Dios: desde el momento en que ponemos en práctica las cosas que le son agradables, se agrada también en satisfacer nuestras peticiones. Todo lo que pidamos, lo recibiremos de Él. Pero ¡qué buen estado espiritual se necesita de nuestra parte!