Condición 2
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho
(Juan 15:7).
“Si permanecéis en mí”, dice el Señor a sus amados discípulos. Tomando el ejemplo del pámpano, el que debe permanecer en la vid para llevar fruto (Juan 15:4), Jesús acaba de recordarles lo que es la dependencia, esa gran virtud cristiana. Ahora bien, la oración es justamente la expresión de esta dependencia. Uno experimenta a la vez su propia debilidad y el poder del Señor, su propia ignorancia y la sabiduría del Señor; toma el lugar que le corresponde y reconoce el Suyo. El Señor posee todos los derechos sobre aquel que se inclina de rodillas ante él.
El Maestro agrega: “Si… mis palabras permanecen en vosotros”; esta condición va ligada a la primera. La Palabra nos comunica los secretos de Dios. A leerla, seremos capaces de comprender Sus pensamientos por el Espíritu. Entonces, si permanecemos en ella y nos sometemos a ella, no tendremos otros deseos más que los suyos. “Pedid todo lo que queréis, y os será hecho”, dice entonces el Señor Jesús. Porque lo que queremos, es lo que el mismo Señor desea.