Tipo de Cristo
Las aflicciones y las glorias
“Los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos” (1 Pedro 1:11)
En el Antiguo Testamento, Dios nos da numerosos testimonios proféticos de los sufrimientos que debían ser el camino de su propio Hijo en este mundo y de las glorias después de ellos.
Capítulos como el 53 de Isaías o Salmos como el 22 constituyen un testimonio directo; pero también la vida de algunas personas es como el reflejo de esa vida dolorosa y gloriosa a la vez de Aquel que vendría. José, Moisés y David son ejemplos evidentes de ello.
José fue exiliado de la casa paterna; Moisés alejado del pueblo que amaba; y David del trono. Los hermanos de José lo vendieron; los de Moisés no lo comprendieron (los Hechos 7); los de David lo criticaban (1 Samuel 17).
José libra a su pueblo del hambre, Moisés de la servidumbre y David del poder del enemigo. José recibe el titulo de salvador (Génesis 41:45); Moisés el de conductor. David es pastor y rey de su pueblo.
¡Cuántos rasgos del Señor Jesús hallamos en estas vidas!
David, tal vez, constituye una figura más directa aún. Su genealogía en Rut 4:18-22 mira ya hacia la de Mateo 1. Belén, lugar de su nacimiento, verá cumplirse el insondable misterio del Verbo hecho carne. Samuel lo ungió, el Espíritu lo tomó; como más tarde, después del bautismo de Juan bajo la forma corporal de una paloma, el Espíritu Santo descenderá sobre Jesús.
David apacienta las ovejas de su padre, las defiende del enemigo, figura del Buen Pastor quien por ellas pondrá su vida. Durante cuarenta días Goliat desafió a Israel para luego ser batido bajo los golpes de David. Durante cuarenta días nuestro Señor fue tentado en el desierto por Satanás. Tuvo la victoria y el enemigo “lo dejo por un tiempo”.
Rechazado aborrecido, David reina en Jerusalén en el momento designado por Dios. ¡Cuán maravilloso será el día cuando el Señor Jesús aparecerá en su gloria! ¡El que tanto ha sufrido, él, el menospreciado y desechado de los hombres!