La intervención de José de Arimatea nos muestra que la gracia había alcanzado a este hombre, uno de los ricos que se nos menciona con frecuencia en Lucas (cap. 18:24; Mateo 27:57) y principal del pueblo. Este discípulo había sido especialmente preparado para sepultar el cuerpo del Señor (según Isaías 53:9). Luego el Espíritu nos presenta a unas mujeres abnegadas y recalca que ellas habían acompañado a Jesús desde Galilea (v. 49, 55). Estas estuvieron presentes en el Calvario. Después, con más amor que comprensión, prepararon perfumes para ungir su cuerpo. Finalmente, la mañana del primer día de la semana, las vemos dirigirse al sepulcro, donde tuvieron un maravilloso encuentro. Dos ángeles se presentaron allí para anunciarles que sus preparativos eran inútiles: Aquel a quien ellas buscaban ya no estaba en la tumba; había resucitado.
Desafortunadamente la experiencia cristiana de numerosos hijos de Dios no va más allá de la cruz. La extraña pregunta:
¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?
podría serles dirigida. Queridos amigos, ¡alegrémonos!, Jesús no es solamente un Salvador muerto en la cruz por nuestros pecados. Él vive eternamente (Apocalipsis 1:18) y nosotros vivimos con él (Juan 14:19).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"