Junto con los discípulos, algunas mujeres piadosas seguían al Señor y “le servían de sus bienes”. Lo que ellas hicieron por Jesús está mencionado después de lo que él hizo por ellas (v. 2). Los versículos 4-15 contienen la parábola del sembrador y su explicación. Tres cosas ocasionan la esterilidad del suelo: los pájaros, figura del diablo (v. 12); la piedra, aquí imagen del corazón árido, impenetrable para toda acción profunda y duradera; por último, los espinos, que nos hablan del mundo con sus preocupaciones, riquezas y placeres (v. 14). Sin embargo, el mejor de los terrenos siempre debe ser primeramente labrado. ¡Operación dolorosa! El suelo es abierto, removido y revuelto a fin de hacerlo propicio para dejar penetrar y germinar la semilla. Así es como Dios opera (a menudo por medio de las pruebas) en la conciencia de aquellos que van a recibir la Palabra. Pero este trabajo no se hace en los tres primeros terrenos. Es inútil labrar en un camino continuamente hollado, e igualmente es imposible labrar en la roca. En cuanto a los espinos, primeramente es necesaria una limpieza, y las raíces del mundo a menudo son muy profundas en el corazón. El oír la Palabra caracteriza a todos los suelos, pero retenerla y llevar fruto con perseverancia es propio de la buena tierra (v. 15).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"