Parábola de los talentos

Mateo 25:14-30

La parábola de las diez vírgenes se refiere a la espera de la venida del Señor. La de los talentos considera el lado del servicio. La vida del creyente está revestida de este doble carácter:

Servir al Dios vivo y verdadero, y esperar de los cielos a su Hijo
(1 Tesalonicenses 1:9-10),

pues esperar al Señor no significa cruzarse de brazos hasta que Él venga. Al contrario, cada rescatado tiene el privilegio de trabajar para su Señor. Con este fin recibió cierto número de talentos y es responsable de sacarles rendimiento. Estos talentos representan bienes materiales, sin duda, pero también otras cosas como la salud, la memoria, la inteligencia… Pero sobre todo, el cristiano posee la Palabra divina con el conocimiento que se desprende de ella (1 Corintios 2:12). Aun siendo salvos, podemos parecernos al siervo malo. ¿Estamos seguros de no haber escondido, por egoísmo, pereza, o por cualquier otra razón deshonesta, uno u otro de esos dones que pertenecen al Señor? ¿Qué cuentas le rendiremos cuando Él venga? ¿Podrá hacernos entrar en su gozo, ese “gozo puesto delante de él” (Hebreos 12:2), el gozo de la obra consumada y del amor satisfecho? En esta parábola, fijémonos que la recompensa es la misma para los dos primeros esclavos. Lo que tiene valor para el Señor no es tanto los resultados (siempre poca cosa), sino la fidelidad.

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"