Diezmos y compromiso ante Dios
Deuteronomio 26:12-19
Los diezmos formaban parte del culto en Israel, y el versículo 11 nos enseña el por qué. Era necesario que el levita y el forastero se regocijaran juntamente con el israelita.
El fuego extraño
Levítico 10:1
Los siete primeros capítulos del Levítico tratan de los sacrificios que debían ofrecerse según la ley, figuras del sacrificio perfecto del Cordero de Dios, los cuales hacían resaltar los diferentes aspectos del único sacrificio de Cristo.
La canasta del adorador
Deuteronomio 26
Para llenar su canasta (Deuteronomio 26) es necesario: 1. Haber “entrado en la tierra”: En Cristo podemos decir que hemos penetrado ya en el cielo; bendecidos “con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo”, porque “Dios... nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” (Efesios 1:3; 2:4-6).
La fuente de bronce
Éxodo 30:17-21
Estaba colocada después del altar de bronce y antes del altar de oro. Antes de penetrar en el Santuario, los sacerdotes tenían que lavarse las manos (figura de nuestras obras) en dicha fuente, y asimismo los pies (los cuales se relacionan con nuestro caminar), para que no murieran (Éxodo 30:17-21).
Lo que Dios quiere – Un compromiso temerario
Éxodo 19:1-15
En Egipto ningún culto era posible. En cambio, desde que la redención se cumplió, desde que Dios separó a los suyos, espera de ellos el servicio de la alabanza.
Los perfumes del santuario
Éxodo 30:22-38
En el verdadero culto conviene ofrecer a Dios –con un fuego puro– un incienso limpio y santo, es decir, presentarle, por el Espíritu, la excelencia de la persona de Cristo. Al final del capítulo 30 del Éxodo, que trata del altar de oro y de la fuente de bronce, se mencionan el aceite de la santa unión y el incienso aromático (v. 22-38).
Moscas venenosas – Primera concesión de Faraón
Éxodo 8:20-28
La cuarta plaga es de moscas molestísimas. Sus enjambres entran en las casas y arruinan a Egipto, con excepción del país de Gosén.
Nada es dejado a la iniciativa humana
Éxodo 39:22-43
Nada había sido dejado a la imaginación de aquellos que hacían la obra. ¿Con qué derecho decidiremos nosotros acerca de lo que conviene a Dios?
Perdón de Dios
Isaías 43:8-28
Considere el lector los magníficos nombres que Dios se da en los versículos 11 a 15: “Yo Jehová… yo soy Dios… Redentor vuestro… Santo vuestro, Creador de Israel, vuestro Rey… fuera de mí no hay quien salve”.