La cuarta plaga es de moscas molestísimas. Sus enjambres entran en las casas y arruinan a Egipto, con excepción del país de Gosén. Moralmente estas moscas molestísimas nos hacen pensar en las maledicencias, en los celos, en todas las fuentes de irritación que envenenan las relaciones domésticas y sociales de las gentes del mundo, pero que no deben encontrar lugar en las casas de los hijos de Dios.
Faraón está dispuesto ahora a otorgar algunas concesiones:
Andad, ofreced sacrificio a vuestro Dios en la tierra.
(v. 25)
Pero eso era imposible. Jehová había mandado ir camino de tres días por el desierto (cap. 3:18). Tres días: el tiempo que Jesús pasó en el sepulcro entre su muerte en la cruz y la mañana de su resurrección. Pues bien, el enemigo quiere quitarnos esas verdades que recuerdan su derrota, y al contrario, un culto sin el recuerdo de la cruz y la resurrección no lo incomoda para nada. El mundo admira la vida de Jesús y honra a las personas de bien. Tiene su propia religión y ve con agrado que nosotros también tengamos la nuestra. Pero la cruz y la presencia de un Cristo vivo en el cielo, fundamentos de nuestro culto, condenan al mundo y nos separan absolutamente de él (Gálatas 6:14).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"