Explicación de la palabra “expiación”
Ejemplos:
- “Cada día ofrecerás el becerro del sacrificio por el pecado, para las expiaciones; y purificarás el altar cuando hagas expiación por él, y lo ungirás para santificarlo” (Éxodo 29:36).
- “Hará de aquel becerro como hizo con el becerro de la expiación; lo mismo hará de él; así hará el sacerdote expiación por ellos, y obtendrán perdón” (Levítico 4:20).
- “Para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin defecto de los rebaños, conforme a tu estimación, y lo dará al sacerdote para la expiación” (Levítico 6:6).
En las versiones castellanas del Antiguo Testamento, la palabra “expiación” se usa para traducir los términos hebreos que significan “cubierta”, “cubiertas” o “cubrir”. En la versión francesa de Darby, la palabra utilizada en lugar de “expiación” es “propiciación”. Esta última la encontramos en español en tres pasajes del Nuevo Testamento: Romanos 3:25; 1 Juan 2:2 y 4:10.
El propiciatorio era la cubierta del arca (Éxodo 25:17-22). Por lo tanto, “expiación” no es una traducción literal de la palabra hebrea y se debe comprender como «acción de cubrir».
Las ofrendas levíticas no podían borrar ni quitar los pecados (Hebreos 10:4), sino que los “cubrían”, mientras se esperaba la obra expiatoria de Cristo en la cruz. Para el creyente del Antiguo Testamento, un pecado expiado era un pecado cubierto. “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado” (Salmo 32:1). Romanos 3:25 dice: “A causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”. En su paciencia Dios podía “cubrir” o “pasar por alto” los pecados por un tiempo; sin embargo, a causa de su justicia, no podía quitarlos, como leemos en Hebreos 10:4: “Porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no puede quitar los pecados”. Únicamente la sangre de Cristo puede borrar los pecados: “Él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en él” (1 Juan 3:5).
Entonces, hasta que la justicia de Dios fue vindicada por la muerte de la Santa Víctima en la cruz, Dios solo podía “expiar” en el sentido de “cubrir” los pecados del hombre. Únicamente la obra de la cruz permite a Dios manifestar “su justicia, a fin de que él sea el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús” (Romanos 3:26). Jesús, el Hijo de Dios, Víctima inocente y santa, se presentó para cumplir, en el Gólgota, la obra mediante la cual el pecado fue expiado, la cuestión del bien y del mal liquidada completamente y el Dios salvador y santo plenamente glorificado. La cruz es la prueba de la expiación.
Así la obra de la cruz tiene esa virtud expiatoria, purificando para siempre de todo pecado a los que se apropien el valor de esta obra. Los sacrificios expiatorios de la ley mosaica no eran más que “sombra” (Hebreos 10:1) de la realidad del sacrificio de Cristo en la cruz.
Es útil recordar esto al leer los muchos versículos del Antiguo Testamento en que se menciona la palabra “expiación”.