La justicia de Dios es la nota predominante de los versículos 137 a 144. Ella no es un motivo de espanto para quien teme a Jehová, anda a su luz y conoce también su misericordia (v. 149, 159). En medio de un mundo injusto, el fiel se complace en celebrar esta justicia de Dios, la que, como su misericordia, permanece para siempre (v. 142, 144).
“Sumamente pura es tu palabra” (v. 140). Más se la pone a prueba (como el oro en el crisol), más demuestra que es la pureza misma.
Los versículos 145 y siguientes traducen la extrema dependencia del fiel: “Vivifícame…” ruega él aquí cuatro veces (v. 149, 154, 156, 159; ver v. 25, 40, 88, 107). Es Dios quien da la vida; también es él quien la conserva y la sustenta. Pero esta oración concierne en primer lugar al alma del redimido. “Vivifícame con tu palabra”. Porque: “No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4:4; Deuteronomio 8:3).
Retengamos bien este versículo:
La suma de tu palabra es verdad” (v.160).
La Biblia no se compone de un conjunto de verdades entre las que cada uno escoge la que le conviene. Ella forma un todo inseparable que se recibe o se rechaza; toda ella es la Verdad (Juan 17:17).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"