Este salmo ocupa un lugar importante en las profecías concernientes al Señor. El versículo 22, que es citado en los evangelios, como también en 1 Pedro 2:7, anuncia a la vez el rechazo de Jesús y el lugar que le corresponderá. Quiera Dios que sus designios, concretados en Cristo, sean siempre “cosa maravillosa a nuestros ojos” (v. 23). Los versículos 25 y 26 nos recuerdan la entrada del Mesías a Jerusalén y las aclamaciones de la muchedumbre: “¡Salva, te ruego! (Hosanna en hebreo) ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!” (Mateo 21:9). A pesar suyo, el pueblo judío le invocó y adoró en aquel día como lo anunciaban las Escrituras. Y ellas deberían hoy abrir los ojos a este pueblo. No obstante, está cercano el momento en que ese pasaje tendrá su verdadero cumplimiento. El Mesías, triunfante entonces, será recibido y saludado por el remanente fiel.
Para los judíos, este salmo formaba parte del ritual de la Pascua. ¿Tal vez haya sido el himno cantado por el Señor con sus discípulos después de la cena? (Marcos 14:26). Si hubiese sido así ¡con qué sentimientos debe de haber pronunciado en tal momento los versículos 6, 21-22 y el final del 27: “Atad víctimas… a los cuernos del altar”!
El salmo termina como había empezado: celebrando la inmutable misericordia de Jehová (v. 1, 29)
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"