Ver mediante los ojos del corazón

Salmos 119:17-40

Cuando abramos nuestra Biblia, empecemos siempre por pedir al Señor que abra nuestros ojos para discernir “las maravillas” que hay en ella (v. 18). Pero que, al mismo tiempo, aparte nuestras miradas de “la vanidad” (v. 37), y ¡cuántas cosas oculta este vocablo! Porque no nos es posible hallar a la vez nuestro deleite en la Palabra y en las cosas de este mundo, como por ejemplo: el amor a las riquezas (v. 36; leer Lucas 16:13). Otro obstáculo que, frecuentemente, nos cierra las Escrituras es una mala conciencia. ¿Cómo gozar de lo que nos reprende? Primeramente debemos confesar nuestra falta o nuestro estado. “Te he manifestado mis caminos” dice el salmista; entonces puede agregar: “Enséñame… (v. 26, 33; Salmo 32:5, 8); hazme entender… (v. 27); dame entendimiento… (v. 34), todas oraciones que agradan al Señor. Sus testimonios son “mis consejeros” (v. 24). ¡Pero hace falta que yo me deje aconsejar por ellos!

Notemos también la progresión entre los versículos 30, 32 y 36. El creyente escogió el camino de la fidelidad; se propone correr por él y pide a Dios, no que ensanche ese camino sino que le ensanche su corazón para que el objeto de sus afectos le atraiga con más poder (Filipenses 3:14). Finalmente, él cuenta con Dios para que le guíe por esa senda (v.35).

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"