Al llevar a Jesús ante el gobernador romano, los judíos se cuidaron de no contaminarse… al mismo tiempo que cargaban su conciencia con el crimen más horrendo jamás cometido.
El apóstol Pablo daría como ejemplo a Timoteo la “buena profesión” de Jesucristo delante de Poncio Pilato (1 Timoteo 6:13). Costara lo que costara, el Señor afirmó su realeza, aunque hizo notar que su reino no era de este mundo. El versículo 36 debería iluminar a todos los que hoy luchan, o dicho de otro modo, despliegan todos sus esfuerzos para establecer el reino de Dios en la tierra. El progresivo mejoramiento moral del mundo para que el Señor pueda venir a reinar en él no es más que una ilusión. Si él no produjo ese mejoramiento ¿no es prueba de incredulidad pretender renovar esta experiencia y creer que lo haremos mejor que él?
¿Qué es la verdad?,
preguntó Pilato, pero no esperó la respuesta. Se parece a tanta gente a la que esta pregunta no interesa porque, en el fondo, teme tener que ordenar su vida de acuerdo con lo que le sea declarado. La Verdad estaba delante de Pilato en la persona de Jesús (cap. 14:6). En vano el gobernador romano buscaba escapar de su responsabilidad proponiendo que el prisionero fuera liberado para la Pascua, según solía hacerse en esta fecha. Al unísono los judíos gritaron reclamando la liberación del ladrón Barrabás.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"