Para su felicidad, el ciego sanado fue expulsado por los fariseos, pues encontró a Aquel que había sido rechazado antes que él y que también había salido del templo (cap. 8, fin). Entonces ese hombre podría dar un gran paso en la comprensión de la verdad y conocer no solo el poder de Jesús,sino su Persona: El Hijo de Dios (v. 35-37), en quien él había discernido anteriormente un profeta (v. 17). A muchas personas les basta saber que son salvas y viven en la ignorancia en cuanto al Salvador. Tal vez porque todavía están ligadas a los sistemas religiosos y no han experimentado la presencia del Señor donde él la ha prometido (Mateo 18:20).
Aunque pretendían ver claro, los fariseos se dejaban enceguecer por el odio y el orgullo religioso. En el capítulo 8 vemos que rechazaron la Palabra del Señor; en el 9 no quieren saber nada de su obra. Por eso no tuvo nada más que ver con ellos. Llamó a sus propias ovejas por su nombre, las llevó fuera y caminó delante de ellas. Pero, ¿no podrían ellas equivocarse y seguir a un extraño? ¡Oh no!, tenían un medio infalible para reconocer a Aquel a quien pertenecían: su voz bien conocida. ¿A cada uno de nosotros también nos es familiar?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"