El Espíritu de Dios vino sobre David (v. 13) y se apartó del desdichado Saúl, dando lugar a un espíritu que ahora lo atormenta. Dios se sirve de este medio para introducir en la corte, en calidad de tocador de arpa al joven David, músico experimentado, quien, más tarde, llegará a ser “el dulce cantor de Israel” (2 Samuel 23:1). En esta oportunidad se da de él un hermoso testimonio (v. 18); así vemos que en la misma corte del rey había quienes conocían al ungido de Jehová. Filipenses 4:22 nos habla de un hecho análogo: en la casa de César, es decir, en el entorno del emperador romano, también había cristianos. Dios se provee de testigos en todos los medios.
Más de un detalle relaciona a David con aquel del cual es figura: Cristo, verdadera “vara del tronco de Isaí”, de quien está escrito:
Reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu… de conocimiento y de temor de Jehová
(Isaías 11:1-2).
Ante el mundo, ¿qué testimonio damos de nuestro Amado?
“Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel”, dirá Jehová más tarde (2 Samuel 7:8). Al atender a sus ovejas, David fue preparado para «apacentar» fielmente al pueblo de Israel (véase Salmo 78:70-72).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"