Nuevamente se juntan los filisteos contra Israel. Esta vez, disponen de una magistral ventaja: un extraordinario paladín, de unos tres metros de estatura, vestido con una armadura de setenta y cinco kilos. Es un coloso tan formidable que basta verlo, para que sus enemigos se aterroricen. ¡Es Goliat! Lleno de orgullo, avanza entre las líneas enemigas y desafía a quien quiera oponerse a él en duelo. No solo ningún adversario se presenta, sino que los israelitas huyen con temor; en cada oportunidad, el gigante tiene la ocasión de ultrajar a los ejércitos de Jehová y, por consiguiente, a Jehová mismo. Goliat nos recuerda lo que se dice del leviatán:
Cuando se levanta, se espantan los poderosos; y a causa de los terrores están fuera de sí
(Job 41:25, V. M.)
Y ante todo, nos hace pensar en ese “hombre fuerte”, de quien nos habla el Señor Jesús (Marcos 3:27): Satanás mismo que, por temor a la muerte, ejercita una cruel dominación sobre los hombres, buscando hacer de ellos sus esclavos para siempre (v. 9).
Durante este tiempo, David va y viene, de su rebaño a la corte del rey, a sus anchas tanto aquí como allá. ¡Qué hermosa imagen de Jesús en su humildad y su incansable abnegación!
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"