Los dos “es necesario” de Juan 3
l Señor, durante su conversación con Nicodemo, emplea dos veces la expresión “es necesario”. Me refiero a los versículos 7 y 14 del capítulo 3 de Juan. Esta expresión, en ambos casos, es de una profundidad inmensa y de gran poder moral. Considerémosla atentamente, porque, aunque en el original es una palabra de apenas una sola sílaba, contiene todo un volumen de las verdades evangélicas más preciosas, desde cualquier punto de vista que se mire.
1. Primeramente, leemos: “No te maravilles de que te dije: Os es necesario nacer de nuevo” (Juan 3:7). Aquí tenemos la anulación completa del hombre en su mejor condición. Si es necesario que nazca de nuevo, que tenga una nueva vida, una nueva naturaleza, entonces no importa en lo más mínimo de qué pueda jactarme o no. Todo hombre, nacido de mujer, entra en este mundo con la imagen de su padre caído impresa sobre él. El hombre, tal como vino de la mano de su Creador, fue hecho “a imagen de Dios” (Génesis 1:27). Pero, desde el vientre materno, lleva la imagen y semejanza de una criatura caída (véase Génesis 5:3). De ahí la fuerza de la expresión de nuestro Señor: “Os es necesario nacer de nuevo”. No dice: es necesario una reforma, tratar de ser mejor, cambiar de modo de vida, comenzar una nueva página. Si hubiera sido así, Nicodemo nunca habría preguntado: “¿Cómo puede hacerse esto?” (v. 9). Un hombre de los fariseos habría entendido cualquiera de estas cosas. Un cambio de conducta, un cambio de carácter, cualquier reforma moral, cualquier mejoramiento personal, era absolutamente comprensible para un fariseo en todo tiempo; pero si se dice “os es necesario nacer de nuevo”, solo lo puede entender alguien que ha acabado consigo mismo y con sus obras; que ha sido llevado a ver que en él, esto es, en su carne, “no mora el bien” (Romanos 7:18); que se ve en completa bancarrota espiritual sin recurso alguno para poder pagar sus deudas, que nunca más podrá restablecerse por su propia cuenta. Le es necesario tener una nueva vida en la cual la declaración de quiebra no tiene validez, y gozarse en las riquezas de otro, al cual los acreedores no tienen derecho a reclamar.
Esta lacónica expresión “es necesario”, tiene un poder inmenso y afecta a todos por igual. Se dirige al borracho y le dice “es necesarionacer de nuevo”. Se dirige al abstemio más recalcitrante y le dice “es necesario nacer de nuevo”. Se dirige a todo tipo de personas, cualquiera sea su clase, condición o carácter, al hombre en cualquier posición social o ambiente en que se encuentre, a todo credo y a toda denominación, y le dice: “Es necesario nacer de nuevo”. Esto pesa muchísimo más sobre la conciencia que cualquier exhortación que pudiera hacerse fundada en la conducta moral. No interfiere en lo más mínimo en la cuestión de la reforma moral, en ninguna de sus diversas etapas. Concede un margen tan amplio como el filántropo o el reformador moral puedan desear. No altera las diversas distinciones que la sociedad, la opinión pública, la ley o la equidad han establecido. No afecta en absoluto ninguna de estas cosas, pero alza su clara e imperiosa voz sobre ellas, y dice al pecador –al hombre nacido de mujer–, al peor y al mejor de los hombres: “Es necesario nacer de nuevo”. No requiere una reforma, sino un nuevo nacimiento; tampoco una mejora, sino una nueva vida.
2. Entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Adónde hemos de volver nuestros ojos? ¿Cómo hemos de obtener esta nueva vida? La segunda vez que nuestro Señor afirma “es necesario” nos proporciona la respuesta:
Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesarioque el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna
(Juan 3:14-15).
Esto lo aclara todo. Un segundo Hombre ha entrado en la escena. Hay dos hombres y dos “es necesario”. En cuanto al primer hombre, es necesario que nazca de nuevo, y en cuanto al segundo Hombre, es necesario que sea levantado. En una palabra, la cruz es la gran solución de la dificultad, la respuesta divina al “¿cómo?”. ¿Estoy completamente abatido por el primer “es necesario”? ¿Me veo abrumado por la insuperable dificultad que me plantea? ¿Estoy al borde de la desesperación al ver la aparente imposibilidad de lo que, sin embargo, “es necesario”? ¡Oh, con qué poder el segundo “es necesario” retumba en mi corazón! “Es necesario que el Hijo del Hombre sea levantado”. ¿Por qué? Porque es necesario que yo tenga vida nueva, y esta vida está en el Hijo, y solo puede ser mía por Su muerte. La muerte del segundo Hombre es el único fundamento de vida para el primero: de vida para mí. Una sola mirada a Cristo, levantado para mí, es la vida eterna. El alma que simplemente cree en el Hijo de Dios, que ha muerto y resucitado, es nacida “de agua y del Espíritu”; “tiene vida eterna”; “ha pasado de muerte a vida” (Juan 5:24), de la vieja creación a la nueva, del primer hombre al Segundo, de la culpa a la justicia, de la condenación al favor, de las tinieblas a la luz, de Satanás a Dios. ¡Quiera Dios el Espíritu revelar al corazón del lector la belleza y el poder, la profundidad, amplitud y gloria moral de los dos “es necesario”!
“Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo, el cual derramó en nosotros abundantemente por Jesucristo nuestro Salvador, para que justificados por su gracia, viniésemos a ser herederos conforme a la esperanza de la vida eterna” (Tito 3:5-7).