Doce temas importantes

de las Sagradas Escrituras

Satanás

Está claro que este tema no produce enriquecimiento espiritual, sin embargo es necesario conocer lo que la Palabra de Dios nos dice sobre Satanás. Aun siendo conscientes de su astucia, de su poder y constante actividad, debemos estar atentos para no caer en sus trampas. Sabiendo también que este adversario fue vencido por nuestro Salvador Jesucristo, debemos fortalecernos para resistirle, sin pretender desafiarle; pero con Jesús seremos victoriosos.

Su origen

La Palabra de Dios nos revela muy poco sobre Satanás; y las pocas porciones que nos hablan de él, a veces lo hacen encubiertamente, en particular las que hacen alusión a su estado original. Bajo la figura del rey de Babilonia, en Isaías 14 es descrito con el título que le es dado: “¡Cómo caíste del cielo, oh Lucero, hijo de la mañana!” (v. 12). Bajo la figura del rey de Tiro, Ezequiel nos dice más sobre aquel que fue creado en perfecta hermosura, pero su orgullo lo hizo sucumbir: “Tú eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría, y acabado de hermosura. En Edén, en el huerto de Dios estuviste; de toda piedra preciosa era tu vestidura… Tú, querubín grande, protector, yo te puse en el santo monte de Dios… Perfecto eras en todos tus caminos desde el día que fuiste creado, hasta que se halló en ti maldad” (Ezequiel 28:12-15).

Estos pasajes, a pesar del misterio que los envuelve, nos dicen que Satanás era un ángel glorioso cuando fue creado. La dignidad que le fue conferida prohíbe a los mismos ángeles tener una actitud injuriosa contra él (véase 2 Pedro 2:11; Judas 8-9). Las capacidades que le fueron dadas siguen siendo suyas, lo cual hace todavía más peligrosa su perversa actividad.

Su caída

La caída de Satanás –tal como su origen– es descrita de una forma velada.

Al instruir a Timoteo respecto al establecimiento de ancianos, el apóstol Pablo le dijo: Que no sea “un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo” (1 Timoteo 3:6). ¿Cuál fue, pues, esta falta, que de un ángel de gloria hizo un ser profano, vil y abominable? Los mismos testimonios de Isaías y Ezequiel citados precedentemente responden a esta pregunta: “Por cuanto se enalteció tu corazón, y dijiste: Yo soy un dios, en el trono de Dios estoy sentado… y has puesto tu corazón como corazón de Dios… Se enalteció tu corazón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabiduría a causa de tu esplendor; yo te arrojaré por tierra” (Ezequiel 28:2, 17). “Tú que decías en tu corazón: Subiré al cielo; en lo alto, junto a las estrellas de Dios, levantaré mi trono, y en el monte del testimonio me sentaré… sobre las alturas de las nubes subiré, y seré semejante al Altísimo. Mas tú derribado eres hasta el Seol, a los lados del abismo” (Isaías 14:13-15).

A fin de seducir a nuestros primeros padres, Satanás, la serpiente antigua, les dijo: “Seréis como Dios” (Génesis 3:5). ¡Cuántas veces, desde entonces, ha susurrado al oído de unos y otros este pensamiento de orgullo, de enaltecimiento y presunción! ¡Que Dios nos conceda el discernimiento para resistir a sus insinuaciones!

¿Será en relación con la caída de Satanás que vemos el estado caótico y tenebroso del segundo versículo del Génesis? No podemos afirmarlo; pero la noción misma de tinieblas está unida al nombre de Satanás. ¡Cuántas tinieblas morales ha traído el pecado a nuestro mundo! El estado caótico de la sociedad, desde el punto de vista moral, es uno de los resultados del trabajo satánico y de sus ángeles, que tratan de hacer perder eternamente a las almas.

Su actividad en la tierra

Y el Eterno dijo a Satanás: “¿De dónde vienes?”. Y Satanás respondió y dijo: “De rodear la tierra, y de andar por ella” (Job 1:7; 2:2).

Su actividad incesante como enemigo de nuestras almas le hace ser “como león rugiente”, que “anda alrededor buscando a quien devorar” (1 Pedro 5:8). Comparado también a una serpiente, según la forma que tomó para seducir a nuestros primeros padres, obra con astucia, insidiosamente. Seducción, codicia, engañosos y mentirosos atractivos, son sus armas favoritas. Las utiliza con todos los que militan bajo su imperio, pero también con aquellos a quienes el Señor Jesús ha rescatado, para hacerlos caer en sus redes, y lamentablemente obtiene éxito con facilidad, acarreando así el deshonor sobre el testimonio del Señor y sobre el nombre de Jesús. A pesar de todo, la victoria de Jesús sobre el adversario es una victoria completa: ¡nadie puede arrebatar de la mano del Buen Pastor a aquellos que son salvos, las ovejas de Jesús! (Juan 10:28-29). La caída en el pecado de un creyente será la ocasión de una obra de restauración, operada por el Espíritu de Dios, por la Palabra de Dios y por el oficio de nuestro divino Abogado, el Señor Jesús en persona.

La actividad de Satanás en la tierra se desarrolla de una forma creciente, en los dominios más o menos ocultos que invaden el mundo. De la astrología a la magia negra, del hinduismo al satanismo, todas las formas y las tendencias son representadas. ¡Vigilemos para no tocar estas cosas, ni de lejos ni de cerca!

Su actividad en los lugares celestiales

Aunque nos sorprenda, Satanás y sus ángeles representan además las “huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6:12). El primer capítulo de Job nos muestra a Satanás presentándose delante de Dios, sometido a un interrogatorio divino. Es llamado “príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (cap. 2:2). Tanto Satanás como sus agentes son llamados “los gobernadores de las tinieblas” (cap. 6:12). Su función tiende a impedir que el creyente goce de sus privilegios en Cristo, a hacerle dudar de su salvación, a manchar su testimonio y a paralizar su actividad, para su propio perjuicio y el de la colectividad. El recurso puesto a nuestra disposición nos es dado en Efesios 6:10-18. “Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza”. Estas son las prescripciones que allí encontramos; pero, ¿cómo realizarlas? Con las cualidades morales de justicia y de fe representadas por las diversas piezas de la armadura. Así es como Dios pone a nuestra disposición Su Palabra y la oración, instrumentos que siempre han sido y serán los más apropiados para poner en fuga al enemigo. Nuestro Salvador los utilizó tanto en la tentación en el desierto como en Getsemaní, mostrándonos que la victoria se logra en la dependencia y la obediencia.

La actividad de Satanás también se despliega en la constante acusación de los creyentes ante Dios. Esto nos es revelado en Apocalipsis 12:9-11: “Y fue lanzado fuera el gran dragón, la serpiente antigua, que se llama diablo y Satanás, el cual engaña al mundo entero; fue arrojado a la tierra, y sus ángeles fueron arrojados con él. Entonces oí una gran voz en el cielo, que decía: Ahora ha venido la salvación, el poder, y el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo; porque ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Y ellos le han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la palabra del testimonio de ellos”. Seducción, tentación y acusación contra aquellos a quienes hace caer, he aquí la cínica labor a la que se dedica el gran enemigo de Cristo. También tiene imitadores en la tierra, porque son muchos los que obran de la misma manera. Cuidémonos para no dejarnos contagiar por tales comportamientos, lo cual es más fácil de lo que imaginamos. ¡Que la gracia de Dios nos preserve de ello!

Su destino final

El “fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41). “El diablo… fue lanzado en el lago de fuego y azufre” (Apocalipsis 20:10). Atado durante el reinado de mil años, el diablo será definitivamente juzgado después de su rebelión final, mencionada en Apocalipsis 20:7-9. Este terrible lugar, representado por el fuego eterno, el lago de fuego y azufre, la segunda muerte, fue preparado para él. Dios no destinó al hombre a este tormento; pero si como criatura inteligente y responsable opta por Satanás y no por Dios, entonces será arrastrado tras su maestro, a quien ha escogido. Sin embargo, Dios ha hecho todo para salvar a su criatura. La buena nueva de la gracia aún está vigente hoy, basta creerlo. La obra perfecta de Jesús en la cruz del Calvario es suficiente para salvar a todo el que cree. Despreciar este don del amor divino es excluirse de toda posibilidad de salvación, porque, ¿qué podría dar Dios además de su Hijo único?

Los versículos de Apocalipsis 20 citados anteriormente señalan la última fase de la historia humana. Arrastrada al pecado y a la rebelión por Satanás, desde sus orígenes, esta humanidad habrá conocido numerosas tragedias durante su existencia. Y todas son la consecuencia directa o indirecta del pecado del hombre, siendo Satanás el gran instigador. Pero dominando la escena, Dios puede obrar en Su soberanía y sacar bien aun del mismo mal, si esta es su voluntad. ¡Cuántas veces una prueba particular ha llevado a las almas al arrepentimiento y a la salvación por medio de Jesucristo!

La victoria final pertenece a Cristo, quien la ganó por medio de su muerte y su resurrección. Victoria que será plenamente manifestada cuando el último enemigo sea destruido y los nuevos cielos y la nueva tierra sean establecidos, donde habita la justicia, y de los cuales el diablo será excluido para siempre.