El creyente ¿es un vagabundo, o un peregrino?

Salmos 120 – Salmos 121

Los quince cánticos graduales (Salmos 120 a 134) exponen, de modo ascendente, la liberación y la restauración del remanente de Israel.

El Salmo 120 halla a esos fieles en su cautiverio en medio de las naciones y nos hace oír sus suspiros. Sufren por tener que habitar en medio de los “que aborrecen la paz”. Creyentes: quiera Dios que podamos darnos mejor cuenta de cuán intensamente el mundo se opone a Dios y, por consiguiente, a Sus hijos. El mundo ignora la paz; por tanto, mucho menos puede darla. Pero ¿qué dice el Señor a los suyos?:

Mi paz os doy; no según da el mundo, yo os la doy
(Juan 14:27, V. M.).

Al desviar sus miradas de la escena de su aflicción, el fiel en el Salmo 121 la alza hacia los montes (Sion, objeto de su esperanza: ver Salmo 87:1-2). Pero su socorro viene de más arriba, viene del Creador, quien estableció estos montes. Jehová responde a esta confianza mediante conmovedoras promesas personales (v. 3-8). Cada creyente puede oír al Señor dirigírselas. Está en el mundo, pero él será guardado (verbo repetido seis veces) en todas partes y siempre en respuesta a esa oración de su Salvador: “No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (comp. v. 7 con Juan 17:15).

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"