Jesús fue convidado a una boda. Pero, cosa notable, toda la escena mencionada tuvo lugar fuera de la sala del festín; nada se dice de los esposos. Todo lo que sabemos de ellos es que tuvieron la feliz idea de invitar a Jesús y a sus discípulos. Queridos amigos, ¿podemos asociar al Señor a cada una de nuestras circunstancias? ¿Se sentiría él a gusto tomando parte en nuestras fiestas familiares y en nuestras diversiones? Solo él puede darnos el verdadero gozo, simbolizado por el vino en la Palabra de Dios. No obstante, el agua destinada a la purificación fue la que produjo este vino del gozo.Para poder gozar de la comunión con Dios es necesario ser purificado de todo pecado y tener limpia la conciencia. Este será el caso para Israel en los tiempos de la restauración, como también lo es para nosotros: Disfrutamos el gozo espiritual solo en la medida en que nos juzgamos a nosotros mismos.
Servir “primero el buen vino” es típicamente humano (v. 10). Desde su juventud el hombre se apresura a gozar de todo lo que puede ofrecerle la vida, porque con los años poco a poco vendrán las preocupaciones, las penas, el ocaso, la muerte. El mejor vino se sacó primero. Pero Jesús actúa de manera diferente. Él ha reservado a los suyos gozos eternos verdaderamente incomparables con las vanas alegrías de esta tierra. ¡No anhelemos otros! (Colosenses 3:2).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"