Este evangelio es el que, por así decirlo, nos acerca más al Señor Jesús, pues nos lo presenta especialmente en su humanidad perfecta. Dios escogió a Lucas, el médico amado y fiel compañero de Pablo (Colosenses 4:14; 2 Timoteo 4:11), para que nos hiciera esta revelación. Esta es presentada bajo la forma de una narración destinada a un cierto Teófilo (cuyo nombre significa “el que ama a Dios”). El tema condujo al evangelista a describir, con particular cuidado, cómo Jesús se revistió de nuestra humanidad e hizo su entrada en el mundo. Es verdad que habría podido aparecer a una edad adulta; mas quiso vivir nuestra historia desde el nacimiento hasta la muerte, pero siempre para la gloria de Dios. El principio del relato nos presenta a Zacarías, un piadoso sacerdote, cumpliendo su servicio en el templo. Mientras oficiaba en ese solemne lugar, repentinamente y con temor notó que ya no estaba solo. Había un ángel junto al altar del incienso que traía un mensaje divino: Un hijo sería dado a Zacarías y Elisabet. Separado para Dios desde el vientre de su madre, sería el profeta encargado de preparar a Israel para la venida de su Mesías, quien diría de él más tarde: “Si queréis recibirlo, él es aquel Elías que había de venir” (comp. v. 17 con Mateo 11:14; Malaquías 4:5-6).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"