Introducción
Cuando Dios empieza una relación con un grupo de personas para llamarlo su pueblo, también se hace responsable de cuidarlo, tal como un pastor se ocupa de su rebaño.
Qué consuelo saber que Dios siempre ha tenido cuidado de sus ovejas y que está presto a proveerles lo necesario en la manera que él mismo lo considera mejor.
En este pequeño estudio veremos de qué manera Dios satisface las necesidades de los que son preciosos a Su corazón. Asimismo consideraremos por medio de quién trabaja a favor de ellos.
Dios mismo ha encomendado a algunos de sus siervos la preciosa tarea de cuidar a los Suyos. A estos les ha dado el gran privilegio y también la responsabilidad de ser los instrumentos del Buen Pastor, es decir, del Señor Jesucristo. No es un trabajo para cualquiera. Tampoco es un servicio que uno decide hacer por sí mismo, sino que hay Alguien que encarga y a Quien se tiene que dar cuentas. No es para los cobardes, perezosos o los que estén buscando beneficio propio. Es una obra para los valientes, los que son llamados por Cristo mismo, los que tienen un corazón dispuesto a sufrir por el rebaño.
No obstante, aunque no todos seamos llamados a ser pastores, todos tenemos el privilegio y la responsabilidad de cuidarnos unos a otros.
Que el Señor bendiga esta pequeña reflexión para nuestra enseñanza, ayuda, dirección, bendición; así como para el cuidado, crecimiento y beneficio de las ovejas del Señor, y más aún, para la gloria y honra de nuestro Salvador y Señor.