Jesucristo, el gran Pastor
¡Esto fue justamente lo que hizo nuestro Señor Jesucristo!
“Jesús… el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Hebreos 12:2).
Lo que producía este gozo en Jesús era glorificar a Dios. Por supuesto, Jesús también tenía gozo al pensar en nuestra salvación, en el hecho de que Dios tendría muchos hijos en el cielo. Pero su deseo principal era dar la gloria a Dios, restaurar lo que Satanás había robado por medio del pecado. Este era Su gozo. Él estaba dispuesto a sufrir las burlas, la envidia, el oprobio, la maldición de ser clavado en un madero, los abusos de los hombres, a cargar con nuestros pecados, incluso a ser hecho pecado, a sufrir el desamparo del Dios santo. Lo hizo para glorificar a Dios, pero también para tener ovejas de todas las naciones, linajes, pueblos y lenguas. Así el Buen Pastor sufrió todo esto hasta dar su vida por sus ovejas.
“El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Mateo 20:28).
El Señor Jesús es nuestro ejemplo perfecto. Él mismo dijo:
Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas
(Juan 10:11).
Él fue a buscar la oveja descarriada y perdida, y la buscó hasta encontrarla. Cuando la encontró, la puso en sus hombros gozoso (Lucas 15:4-5).
¡Bendito Señor y Salvador, nuestro Señor Jesucristo, nuestro Buen Pastor!
Él es el ejemplo y modelo por excelencia para los pastores encargados de esta buena obra hoy en día.
Pero él no solamente dio su vida por sus ovejas, a fin de que tengan vida eterna, sino que también las pastorea cada día. Las cuida y les da todo lo que necesitan mientras atraviesan este desierto.