Manual Pastoral

¿Qué es el servicio pastoral?

¿Cuál es la función del pastor a quien Cristo llama?

¿Su papel es mandar y dirigir todo en la iglesia? ¿Delegar funciones, predicar siempre en la congregación? ¿Organizar el culto, las oraciones, los cánticos, los versículos… y por ello recibir un salario? No, no es esto. La Palabra dice a través del apóstol Pedro que en el culto todos los creyentes son un sacerdocio santo y real, para ofrecer alabanzas a Dios:

“Vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual y sacerdocio santo, para ofrecer sacrificios espirituales aceptables a Dios por medio de Jesucristo… Vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:5-9).

Es el privilegio y la responsabilidad de todo creyente ofrecer sacrificios espirituales a Dios durante el culto. Esto puede ser por medio de una oración de alabanza, la lectura de un versículo o por medio de un himno que se canta. Esto no está reservado a una sola persona o a un grupo de personas, sino que es la responsabilidad de cada creyente.1

Además, Dios ha dado dones a cada miembro de Su Cuerpo. No tienen todos el mismo don, como tampoco tiene uno todos los dones. Entonces, cuando hay unas personas escogidas o nombradas por los hombres, las cuales predican, dirigen, organizan y delegan, esto quita el señorío de Dios en Su propia casa.

El derecho que el Señor tiene de usar a quién él quiere por medio del Espíritu Santo para alabar, predicar, orar, etc. es restringido por la organización humana, porque esta reemplaza a Cristo como cabeza de su Iglesia.

La función del pastor no es dirigir la iglesia o el culto, porque esta obra pertenece a Dios y solo a él. Intentar usurpar esta posición es muy grave.

  • 1Lo expuesto aquí da el principio general sin entrar en detalles y sin mencionar las varias limitaciones que la Palabra menciona, como por ejemplo el estado espiritual de un creyente o los límites del servicio público de una mujer.

¿Qué es el servicio pastoral?

El pastor es alguien a quien el Señor ha llamado. En Su sabiduría el Señor ha preparado y encomendado la tarea de cuidar a Sus ovejas. Por lo tanto, al pastor no le incumbe realmente la misión de predicar (esta es más bien la función de los que tienen el don de maestro o profeta), aunque debe tener la capacidad para enseñar, pero no tanto desde el púlpito.

El pastor es alguien que busca a las ovejas, que siente sus debilidades y necesidades, incluso antes de que estas lleguen a descarriarse, a fin de ayudarlas, animarlas y enseñarles. Muchas veces es un trabajo que se hace en privado, sin que nadie lo sepa, salvo la oveja misma. Su misión es traerlas o mantenerlas en el redil.

Un día Jesús, hablando a los fariseos, les preguntó:

¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla?
(Lucas 15:4).

La oveja estaba perdida. Por sí misma no podía regresar al redil; el dueño, el pastor u otra persona debía ir a buscarla. Fue una tarea difícil, la cual hizo solo. Nadie supo lo que estaba sucediendo, hasta que hubo logrado el objetivo. Él buscó, buscó y buscó hasta encontrar a su oveja perdida. No se rindió, la buscó hasta hallarla y traerla nuevamente al redil. ¡Qué perseverancia!

Después la examinó a fin de ver qué tratamiento era necesario para su completa restauración, para que estuviera sana nuevamente.

El pastor es alguien que da su vida por las ovejas. Mientras otros se desaniman, el pastor se esfuerza aún más para restaurar a la oveja perdida. No busca atención o una posición de importancia abierta y pública. (Sabemos que el pastor hizo su trabajo muy lejos en el campo, solo con su oveja). Él conoce la situación de los que están bajo su cuidado.

“Sé diligente en conocer el estado de tus ovejas, y mira con cuidado por tus rebaños” (Proverbios 27:23).

El pastor es alguien que vigila.

“Dirás así a mi siervo David: Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas” (2 Samuel 7:8).

La Palabra dice que David estaba detrás de las ovejas. Desde allí podía vigilarlas, ver si alguna se descarriaba, si alguna estaba herida, etc. Vigilando podía intervenir y ayudar según la necesidad.

El pastor está puesto, no precisamente para mandar, sino más bien para guiar.

“Las palabras de los sabios son como aguijones1 ; y como clavos hincados son las de los maestros de las congregaciones, dadas por un Pastor” (Eclesiastés 12:11).

Aquí vemos el sentido de guiar con buenas palabras, con la Palabra de Dios. Es bueno recordar que cuando uno habla, su manera de vivir debe corresponder con lo que dice.

“Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios; considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe” (Hebreos 13:7).

Guiar no es solo hablar con buenas palabras, sino dar ejemplo yendo adelante, abriendo el camino, vigilando y quitando los peligros, como las malas hierbas y las serpientes venenosas. El pastor reconoce los peligros espirituales a los cuales las ovejas están expuestas, les advierte sobre ellos y las protege.

“Y cuando ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas le siguen, porque conocen su voz. Mas al extraño no seguirán…” (Juan 10:4-5).

El pastor conforta y tiene compasión. El Señor Jesús nos muestra el ejemplo de cómo confortar un alma. En Juan 12:27 dice: “Ahora esta turbada mi alma…” porque él sabía que poco tiempo después tendría que sufrir la cruz. Pero aun con esta carga en su corazón, solo un momento más tarde, cuando estaba junto con sus discípulos en el aposento alto, ellos tristes y turbados de corazón porque entendían que su Señor iba a morir y dejarlos, él les dijo: “No se turbe vuestro corazón…” (Juan 14:1). La carga que le oprimía, es decir, el motivo de la aflicción de su alma, superaba mucho el motivo de la turbación del corazón de sus discípulos. Sin embargo, en vez de preocuparse por sí mismo, él se preocupó por ellos.

¿Qué hombre habrá de vosotros, que tenga una oveja, y si esta cayere en un hayo en día de reposo, no le eche mano, y la levante?
(Mateo 12:11).

Un buen pastor ayuda a levantar a la oveja que cae en el camino, y lo hace con una actitud de compasión y mansedumbre. Aplica un tratamiento espiritual cuando hay dolores y heridas.

Este es un trabajo o servicio muy personal e individual. No se hace desde el púlpito. El servicio de predicar o enseñar públicamente corresponde más al servicio de un maestro, no tanto del pastor.

“Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo, que soy también participante de la gloria que será revelada: Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:1-4).

Pedro, quien recibió del Señor Jesús mismo la misión de cuidar el redil, enseña a otros cómo deben cumplir este servicio, y les recuerda que recibirán su recompensa del Señor.

Fíjense en las palabras de Pedro. Él dice que la grey es de Dios; los ancianos tenían que apacentarla cuidándola; no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta (es decir, no buscando su propio beneficio, sabiendo que Dios da recompensa a los que sirven con fidelidad); con ánimo pronto; no como quienes tuvieran derecho a mandar, sino siendo ellos mismos ejemplos. Quien medita en cada una de estas palabras saca mucha enseñanza sobre la conducta que debería caracterizar al que hace este trabajo de pastor.

  • 1El aguijón era un palo con una punta afilada que se usaba para tocar el ganado a fin de dirigirlo.