El asalariado… que no es el pastor
El Señor Jesús, hablando de sí mismo como el Buen Pastor que da su vida por sus ovejas, también hizo referencia al asalariado:
Mas el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve venir al lobo y deja las ovejas y huye, y el lobo arrebata las ovejas y las dispersa. Así que el asalariado huye, porque es asalariado, y no le importan las ovejas
(Juan 10:12-13). (Aquí el Señor Jesús habla de un lobo, que es mucho menos que un león o un oso.)
Como el asalariado cuida las ovejas solo por dinero, estas no le importan mucho, no está dispuesto a entregar su vida por ellas, de la manera en que lo hiciera el Buen Pastor.
Respecto a Israel, no todos los pastores eran buenos. En Ezequiel 34 vemos que Dios envía un mensaje a los pastores de Israel:
“Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y di a los pastores: Así ha dicho Jehová el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores a los rebaños? Coméis la grosura, y os vestís de la lana; la engordada degolláis, mas no apacentáis a las ovejas. No fortalecisteis las débiles, ni curasteis la enferma; no vendasteis la perniquebrada, no volvisteis al redil la descarriada, ni buscasteis la perdida, sino que os habéis enseñoreado de ellas con dureza y con violencia. Y andan errantes por falta de pastor, y son presa de todas las fieras del campo, y se han dispersado. Anduvieron perdidas mis ovejas por todos los montes, y en todo collado alto; y en toda la faz de la tierra fueron esparcidas mis ovejas, y no hubo quien las buscase, ni quien preguntase por ellas. Por tanto, pastores, oíd palabra de Jehová: Vivo yo, ha dicho Jehová el Señor, que por cuanto mi rebaño fue para ser robado, y mis ovejas fueron para ser presa de todas las fieras del campo, sin pastor; ni mis pastores buscaron mis ovejas, sino que los pastores se apacentaron a sí mismos, y no apacentaron mis ovejas; por tanto, oh pastores, oíd palabra de Jehová. Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo estoy contra los pastores; y demandaré mis ovejas de su mano, y les haré dejar de apacentar las ovejas; ni los pastores se apacentarán más a sí mismos, pues yo libraré mis ovejas de sus bocas, y no les serán más por comida. Porque así ha dicho Jehová el Señor: He aquí yo, yo mismo iré a buscar mis ovejas, y las reconoceré” (Ezequiel 34:2-11).1
Cuán terribles son estas acusaciones contra los pastores de Israel. Ellos abusaron de aquellos a quienes Dios había puesto bajo su cuidado, no se preocuparon por las ovejas. Solo se interesaban en sí mismos, en engordarse, en enriquecerse a costa de sus ovejas. Pero Dios vio todo y les pidió cuentas. Los rechazó y ellos recibirán lo que merecen sus hechos (Lucas 23:41).
Desgraciadamente no quisieron reconocer su falta. Esta es la dificultad para nosotros hoy en día. Los que están robando a las ovejas, quienes se están enriqueciendo a costa de ellas, no se ven a sí mismos de esta manera. Sin embargo, es muy importante que los pastores se pongan a la luz del Buen Pastor, a la luz de su Palabra, para juzgarse según su manera de pensar y obrar. Con gran tristeza Pablo dijo a los ancianos de Éfeso:
“Por tanto, mirad por vosotros, y por todo el rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la cual él ganó por su sangre. Porque yo sé que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al rebaño. Y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas para arrastrar tras sí a los discípulos. Por tanto, velad…” (Hechos 20:28-31).
Debemos recordar que:
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?” (Jeremías 17:9).
Así, muchas veces nos engañamos a nosotros mismos, para justificar lo que estamos haciendo.
“¡Ay de los pastores que destruyen y dispersan las ovejas de mi rebaño! dice Jehová. Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de Israel a los pastores que apacientan mi pueblo: Vosotros dispersasteis mis ovejas, y las espantasteis, y no las habéis cuidado. He aquí que yo castigo la maldad de vuestras obras, dice Jehová. Y yo mismo recogeré el remanente de mis ovejas de todas las tierras adonde las eché, y las haré volver a sus moradas; y crecerán y se multiplicarán. Y pondré sobre ellas pastores que las apacienten; y no temerán más, ni se amedrentarán, ni serán menoscabadas, dice Jehová”.
“Aullad, pastores, y clamad; revolcaos en el polvo, mayorales del rebaño; porque cumplidos son vuestros días para que seáis degollados y esparcidos, y caeréis como vaso precioso. Y se acabará la huida de los pastores, y el escape de los mayorales del rebaño. ¡Voz de la gritería de los pastores, y aullido de los mayorales del rebaño! porque Jehová asoló sus pastos” (Jeremías 23:1-4; 25:34-36).
Recordemos lo visto anteriormente: los pastores tendrán que dar cuenta a Dios por lo que hayan hecho en su servicio como pastores del rebaño del Señor Jesús (Hebreos 13:17). Es una responsabilidad muy grande y seria. Un día Dios juzgará y retribuirá, conforme a sus hechos, a los que hayan trabajado bien, y a los que hayan trabajado mal.
- 1Aunque aquí sólo transcribimos la primera parte de este capítulo, es aconsejable leer todo el capítulo, porque Dios sigue condenando a los pastores de Israel y dice lo que él mismo hará un día por su pueblo. También es muy interesante comparar este pasaje con el Salmo 23. El Señor Jesús, nuestro Buen Pastor, hace todo lo que los pastores de Israel no hacían.