¡Cuánto les cuesta a los hermanos de José poner de lado sus propios recursos! No obstante, es necesario que acepten el hecho de que su deuda ha sido pagada. Podemos estar seguros de que las cuentas del mayordomo de José estaban en orden, puesto que afirma:
Yo recibí vuestro dinero.
(v. 23)
El gran José había pagado personalmente por sus hermanos. Así Cristo ha corrido con todos los gastos de nuestra paz. Nuestra deuda ha sido pagada enteramente y solo Él conoce la importancia de su monto. Sin embargo, mientras el mal no es juzgado y confesado, el gozo de la comunión no puede ser gustado. La comida que toman juntos es imagen de esta comunión, la cual implica un perfecto acuerdo, un reparto, una conversación común entre todos los participantes. ¿No sucede así en la Mesa del Señor, en la cual los creyentes, todos juntos, piensan en Sus sufrimientos? Pero aquí, a causa del pecado que erige una barrera entre ellos, José come aparte de sus hermanos (v. 32).
Al leer estos capítulos podemos ver llorar a José varias veces (cap. 42:24; 43:30; 45:2, 14; 46:29; 50:1, 17 final). ¡Cosa admirable: no le vemos llorar en la cisterna ni en la cárcel! Las que derrama siempre son lágrimas de amor. Estas nos hacen pensar en las del Señor Jesús (Juan 11:35; Lucas 19:41).
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"