La finalidad de José era llevar a sus hermanos a pensar en el momento en que, veinte años atrás, junto a la cisterna, habían permanecido insensibles a su angustia cuando pedía piedad (cap. 42:21), así como al dolor de su anciano padre cuando le habían anunciado cruelmente su muerte. Y José quiere ver si ahora son capaces de comprender el sufrimiento de un joven hermano y el de su padre. Pues bien, ¡al final logra conmover sus corazones! ¡Cuán conmovedor es escuchar a Judá hablar de su anciano padre y de su joven hermano, hijo de su vejez!
¡Qué lecciones aprendemos nosotros también! Ponernos en el lugar de los demás para comprender sus alegrías y sobre todo sus penas. Y aún más: entrar de corazón en los afectos del Padre a propósito de su Hijo, en su dolor cuando vio a su Muy Amado en las manos de hombres malvados y oyó su grito sin poderle responder. Finalmente, penetrar aunque sea un poco en los sufrimientos del Hijo cuando llevó el peso de nuestros pecados ante la justicia divina y, cuando en la angustia infinita de su alma, experimentó el abandono de Dios por nosotros. Con frecuencia, ¿no somos tristemente insensibles a esos temas que el Espíritu quiere que consideremos?
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"