La red se estrecha alrededor de los hermanos de José. Circunstancias imprevisibles, pero dirigidas por una mano fiel, les obligan a volverse atrás y a comparecer ante aquel que todo lo sabe. Ahora la conciencia de ellos ha sido conmovida.
¿Qué diremos… con qué nos justificaremos?
(v. 16)
Moralmente, ¡cuánto camino han recorrido desde el momento en que pretendían ser gente honrada! (cap. 42:11). Por eso la liberación se aproxima.
Como toda la historia de José, estas escenas tienen un alcance profético. Israel, provisionalmente puesto de lado como consecuencia del rechazamiento de Cristo –el verdadero José– será llevado a reconocer su crimen. Verá en el Nazareno al que despreció y crucificó, a aquel a quien Dios ha hecho Señor y Cristo (Hechos 2:36), su Mesías y, al mismo tiempo, el Hijo del Hombre que debe reinar sobre el universo entero. No obstante, para llegar a ese trabajo de conciencia, todavía hace falta que Israel, y especialmente la tribu de Judá, atraviese un tiempo de profundas pruebas, llamado la “gran tribulación” (Apocalipsis 7:14). La angustia de los hermanos de José hasta que confiesan su crimen evoca la que soportará el pueblo judío antes de reconocer y de honrar a su Mesías.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"