Si el mismo Señor no lo hubiera declarado, nos costaría entender que su partida fuera conveniente para sus discípulos. Ocurre lo mismo con tantas cosas que momentáneamente nos afligen y que, sin embargo, son para nuestro provecho (v. 6, 7). Enviado del cielo por Jesús, el Espíritu Santo conduciría a los creyentes a toda la verdad (v. 13). En estos capítulos (cap. 14-16) el Señor confirma la inspiración de todos los libros del Nuevo Testamento. Los evangelios: Él “os recordará todo lo que yo os he dicho” (cap. 14:26); los Hechos: “Él dará testimonio acerca de mí, y vosotros daréis testimonio también” (cap. 15:26-27); las epístolas: “Él os enseñará todas las cosas” (cap. 14:26); el Apocalipsis: Él “os hará saber las cosas que habrán de venir” (v. 13). Pero la presencia del Espíritu Santo aquí en la tierra también implica graves consecuencias para el mundo y demuestra su culpable rechazamiento de Cristo (v. 8-11).
Por sus preguntas (v. 17-18) los discípulos probaron cuán incapaces eran, en aquel momento, de soportar las enseñanzas de su Maestro (v. 12). Para nosotros, ahora, el Espíritu está presente y glorifica a Jesús al enseñarnos lo que es suyo. Glorifiquémoslo también recibiendo y guardando esta revelación.
Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"