Parábola de las diez minas

Lucas 19:11-28

Esta parábola nos presenta a la vez el rechazo al Señor Jesús como Rey (v. 14) y la responsabilidad de los suyos durante el tiempo de su ausencia. En la de los “talentos” (Mateo 25), cada siervo recibió una suma diferente según la soberanía del amo, pero la recompensa fue la misma. En esta, a cada siervo le fue confiada una mina, pero la recompensa fue proporcional a su actividad. A cada creyente Dios le ofrece la misma salvación, la misma Palabra, el mismo Espíritu, sin hablar de los diversos dones dispensados a cada uno. Sin embargo, no todos tienen el mismo celo para hacer valer estos talentos para la gloria de su Señor ausente. El secreto del servicio es el amor experimentado por Aquel a quien se sirve. Cuanto más grande sea este amor, más grande es la devoción. El tercer siervo odiaba a su amo, le parecía severo e injusto, por eso no trabajó para él. Este hombre representa a todos aquellos a quienes Dios quitará lo que “piensan tener” pese a llamarse cristianos (cap. 8:18; v. 26).

Desgraciadamente puede ocurrir que verdaderos hijos de Dios acepten los dones y se resistan a prestar el servicio, frustrando así al Señor y, finalmente, privándose a sí mismos del fruto que habrían podido gozar con él.

Forma parte del comentario bíblico "Cada Día las Escrituras"